La de Giorgi Mamardashvili (Kutaisi, Georgia, 2000) es una de las más sorprendentes y fulgurantes apariciones de un futbolista en la élite en las últimas temporadas. En poco más de un año, el meta georgiano ha pasado de ser fichado como cedido en un ofrecimiento para el filial del Valencia en Tercera RFEF, procedente de una liga menor, a ser uno de los guardametas más cotizados del continente. El club de Mestalla confirmado su ampliación de contrato hasta 2027 con una cláusula que pasa de los 20 a los 100 millones de euros.

"Estoy muy contento y muy feliz por renovar con el Valencia. Quiero seguir creciendo como futbolista, formar parte de un equipo y un proyecto ilusionante", afirmó en declaraciones ofrecidas por el club valencianista. Mamardashvili recordaba con felicidad los pasajes del año que cambió su carrera y en el que aprendió castellano de forma casi autodidacta. De ser cuarto portero a ser decisivo para que el Valencia alcanzase la final de la Copa del Rey: "El último año fue increíble para mí. Jugué en la Liga con 21 años y fue increíble. Después perdimos la final de la Copa del Rey, pero no pasa nada", destacó. El meta georgiano, procedente del Dinamo de Tiflis, se mostró muy agradecido con el ambiente que se respira en un Mestalla que ya corea su nombre: "Mestalla siempre es increíble. Me gusta mucho, la gente también. Todo, me gusta mucho", destacó el portero. Asimismo, valoró la transformación experimentada por el equipo con la llegada de Gennaro Gattuso, con un bloque aún más rejuvenecido y cuyo estilo ha pasado a ser mucho más vistoso. "Tenemos un entrenador nuevo y jugamos un estilo diferente. Somos un equipo joven, pero mejor".

Mamardashvili gana merecidos galones después de convertirse en uno de los jugadores más importantes del equipo. No hay partido en el que alguna de sus intervenciones sea clave para sumar puntos e incluso luce en derrotas que no han sido más aparatosas gracias a sus paradas. Los dos últimos encuentros son un tallo representativo de su protagonismo. Ante el Rayo Vallecano evitó que la derrota del Valencia fuese mucho más holgada y propició que el equipo llegase con vida a los minutos finales tras el gol de Diakhaby (2-1). Y contra el Celta, una palomita suya en el minuto 71 a un cabezazo de Strand Larsen, fue capital para que el Valencia conservase la ventaja en el marcador, por entonces 1-0 y que acabó en el 3-0 final.

El internacional georgiano domina muchas de las facetas del juego para un guardameta. A pesar de su altura (1’97 metros) destaca no solo en los balones aéreos por su agilidad en las estiradas, también a la hora de caer al suelo, una de las dificultades características para porteros de gran envergadura. Sus virtudes, a tan corta edad, son similares a las de porteros como Thibaut Courtois y Gigi Donnarumma. Uno de sus aspectos a pulir, y en el que tiene margen de mejoría con la filosofía de juego de Gattuso, es en el juego con los pies.

Por lo demás, Mamardashvili suma a sus condiciones potenciales la acelerada maduración de la temporada pasada. Un aprendizaje que le curtió también desde la adversidad, cuando fue relegado al banquillo en beneficio de Jasper Cillessen después de un partido con graves errores frente al Sevilla. Su paso por la suplencia fue beneficioso para disminuir el peso psicológico de su repentina responsabilidad en un equipo grande de la liga española, para acabar imponiéndose de nuevo en la titularidad. Su posición ahora es incuestionable y tras un mercado de fichajes en el que desde la Premier se sopesó la idea de pagar su cláusula baja, ahora la portería del Valencia le pertenece con todos los honores.