¿Hasta cuándo esta ruina, Lim?

El Valencia cada vez huele más a equipo de segunda y el máximo accionista no hace nada por evitarlo

Girona FC - Valencia  CF

Girona FC - Valencia CF / David Borrat

Andrés García

Andrés García

El Valencia está muerto deportivamente. Peter Lim ha condenado al club al descenso. El equipo cada vez huele más a segunda división y el máximo accionista no hace nada por evitarlo. Al revés. Cada una de sus decisiones ha llevado al equipo a la más absoluta quiebra deportiva. El Valencia está metido de lleno en la lucha por la permanencia sin un entrenador que frene la caída y con una plantilla superada, inexperta y, lo más peligroso, al borde de la división.

Meriton decidió no acudir al mercado de fichajes y echar mano del ‘team manager’ antes que firmar un técnico contrastado para solucionar el drama deportivo del equipo. Una semana después, la derrota del Bernabéu y sobre todo la de Girona ha demostrado que Voro y los jugadores no son capaces de levantar esto solos. El peligro crece. Igual que la indignación y la angustia del valencianismo con la protesta del 11-F en el horizonte. Y lo peor puede estar por llegar. ¿Hasta cuándo esta ruina, Lim?

Voro no es el culpable, pero tampoco va a ser la solución. Los milagros no existen. Solo ha tenido que pasar una semana para confirmar que la decisión de la propiedad de apostar por Voro como entrenador a todos los efectos «hasta final de la temporada» era una negligencia. Escuchar a Voro decir después del partido de Montilivi que «no puede hacer más» es definitivo. 

Hay un problema en el banquillo y también en el césped. El Valencia no le gana a nadie. Ni con el fútbol asociativo de Gennaro Gattuso ni ahora con el plan más conservador de Voro. No es cuestión de pizarra. Confeccionar una plantilla tan joven, con tantos cedidos y con tantas carencias en tantas posiciones (sobre todo en el centro del campo) era un riesgo peligrosamente alto. No reforzarla en enero, por mucho que digan Layhoon Chan y Miguel Ángel Corona, ha sido una temeridad. Girona volvió a demostrarlo otra vez: los cambios nunca mejoran el equipo. Además, a José Luis Gayà siempre hay que escucharlo y ayer el capitán habló de la necesidad de no «dividirse» en el vestuario. Eso sería el final. 

Para la afición solo hay una final feliz que es la venta de Lim. La protesta del 11 de febrero que dejará Mestalla vacío hasta el minuto 19 llega con el Valencia decimoséptimo en la clasificación, a un punto de los puestos de descenso a segunda y con una insostenible racha de 1 punto sobre los últimos 18 que lo convierten en el peor equipo desde que se reanudó LaLiga.

El Valencia no gana desde el 10 de noviembre. Y lo que es más preocupante. El equipo da la sensación de no ser capaz de ganar a nadie. Se ha dejado puntos contra los equipos de abajo y, a diferencia de todos, es el único que no se ha reforzado en el mercado de enero. El panorama es desolador. Los rivales directos están vivos. El Valencia, no.