Tres puntos de oro (1-0)

El Valencia escapa de la zona de descenso ganando a Osasuna tras un gol de Kluivert y otra velada agónica y desgaste emocional en Mestalla

Kluivert, celebrando un gol frente a Osasuna

Kluivert, celebrando un gol frente a Osasuna / F. Calabuig

Vicent Chilet

Vicent Chilet

Luis Aragonés decía que los títulos se decantaban hacia el equipo que llegaba en mejor estado de forma en las últimas diez jornadas. Una máxima aplicable a la lucha por la permanencia, con un inciso, mucho más agónico. En Primera división se salvan, sobre todo, los equipos que mejor compiten en la última media hora de juego de cada partido. Contra Osasuna, el Valencia, que fue netamente superior desde el inicio del encuentro, supo persistir, masticar miedos y templar las emociones en el momento crítico para llevarse una victoria que es oro puro. El gol de Justin Kluivert coloca a los valencianistas decimosextos, tras un partido de locura. Con dos rojas a Osasuna retiradas por el VAR, con suficientes ocasiones para no haber sufrido, con un penalti fallado por Hugo Duro, que se vació al igual que un Mestalla que explotó con toda su alma de marzo.

Una pequeña maldición se cierne en la lucha del Valencia por su supervivencia. Los inicios fuertes del equipo, a veces incluso con oleadas de fútbol vistoso, y siempre con ocasiones para avanzarse, no se traducen en los goles que rebajen la ansiedad. Pasó ante el Valladolid, Girona o Getafe, con resultado fatal. Casi sucede contra la Real Sociedad y se repitió en la primera parte contra Osasuna. Saltó dominador el Valencia, con una circulación frenética por bandas, acumulando saques de esquina, llenando de tarjetas a la mitad de la defensa rojilla. Gayà, Samu Castillejo y Justin Kluivert, la principal novedad en el once junto al capitán, desbordaban con suma facilidad. El gol pudo venir en un cabezazo de Diakhaby tras córner. O en un centro envenenado de Kluivert. O en un envío tenso y enroscado de Gayà hacia Hugo Duro. Solo había pasado un cuarto de hora.

Baraja, saludando a sus jugadores tras la victoria del Valencia frente a Osasuna

Baraja, saludando a sus jugadores tras la victoria del Valencia frente a Osasuna

En Osasuna, solo Ez Abde frotó la lámpara para romper en regate a Foulquier, pero el partido era muy blanquinegro. A los 20 minutos, Iglesias Villanueva expulsaba al portero Sergio Herrera, tras salir a la desesperada a cortar una escapada de Hugo Duro. El VAR (carraspeos enlatados) esta vez sí corrigió el error del colegiado. El corte del meta osasunista había sido limpio. Es la primera vez que el videoarbitraje anula una roja a un portero.

Sergio Herrera, atrapando un balón aéreo ante Diakhaby

Sergio Herrera, atrapando un balón aéreo ante Diakhaby / Juan Carlos Cárdenas

En este punto, unas líneas para Hugo Duro. El delantero madrileño, el más damnificado del corto periplo de Gattuso, peleó sin descanso cada balón, algunos imposibles. Generó ocasiones para sus compañeros y para sí mismo. La salvación del Valencia pasa porque se contagie su espíritu, debe ser un actor fundamental (y plenamente compatible con Cavani, ante la inminente recuperación del uruguayo). En el minuto 33, un robo sobre la salida de pelota de Torró generó la gran ocasión. Hugo trató de burlar la salida de Sergio Herrera, que desvió el remate con su propio rostro. Gayà le sacaba una tarjeta y casi media al Chimmy Ávila, por lo que Arrasate tuvo que cambiarlo de banda.

Sobre el minuto 40, el juego se equilibró y Mestalla parecía haber perdido electricidad. Fue cuando Baraja arengó a Mestalla con los brazos. Era imprescindible mantener la tensión competitiva y ambiental. Evitar la duda en la mente del jugador, el susurro de inquietud de la grada. Tratar por todos los medios que Osasuna, un equipo tremendamente trabajado, no se activara. Es justo lo que ocurrió tras el paso de vestuarios. Los rojillos salieron mucho más decididos y el Valencia se agarrotó por momentos, refugiándose cerca de Mamardashvili. Diez minutos de suspense, lo suficientemente largos para que Baraja moviera el banquillo para sacar a Samu Lino y volver a recuperar el mando.

El VAR, demasiado protagonista

La salvación, un barro para el que ningún valencianista fue educado, ya había deparado en la misma jornada finales agónicos en el Elche-Valladolid y el Cádiz-Getafe. La noche en Mestalla iba encaminándose poco a poco hacia esa oscuridad. Un córner provocado por Gayà recuperó el rugido del estadio. La polémica llegó en el minuto 70, con una doble caída de Hugo Duro (empujón leve) y Samu Lino, con una probable zancadilla de Torró que, esta vez (carraspeos enlatados, otra vez) no mereció revisión en el VAR.

Baraja, aplaudiendo desde la banda

Baraja, aplaudiendo desde la banda

Mestalla saludó con ovación la llegada de Nico, garantía de ideas, materia gris en tiempos revueltos. Su primera intervención fue oro. Pérdida de Osasuna y rápida apertura del hijo de Fran a banda, hacia Samu Lino. El pase del brasileño se paseó por el área hasta encontrar a Justin Kluivert. Era su noche, había sido el mejor, y la redondeó definiendo a la escuadra. Mestalla estalló, con una onda expansiva que tendría que proteger tres puntazos en el cuarto de hora y subir a la decimosexta posición. Se pudo no sufrir, pero el cabezazo espléndido de Samu Lino se encontró con Sergio Herrera. Tras la roja invalidada por el VAR a Aimar Oroz, el penalti sobre Thierry. La pidió Hugo Duro, que pateó aguantando la mirada a Sergio Herrera, que le adivinó la intención. Fue el preludio de un descuento de órdago, que acabó con el estadio extenuado y con tres puntos para seguir creyendo en escapar de la peor pesadilla.