La conexión salvaje de los goles de Forment y Baraja

La afición vuelve a rendir homenaje al gol de 1971 del delantero de Almenara, con un gran paralelismo agónico con los goles del Pipo, actual técnico del Valencia CF, para encarrilar el título de Liga de 2002

Homenaje al gol de Forment en la puerta de Mestalla

Homenaje al gol de Forment en la puerta de Mestalla

Vicent Chilet

Vicent Chilet

En los campeonatos de Liga hay una emoción única, casi más fácil de definir desde el campo de la literatura, o desde la psicología, que desde el propio juego. Por un lado están los goles que en el partido decisivo rubrican la consecución de un título. La historia recuerda esos tantos con grandes titulares, letras doradas. Goles inolvidables que marcan toda una vida, pero a su vez goles que representan la confirmación feliz de un título con todos los factores a favor y un par de jornadas de margen. Goles como el cabezazo de Ayala en Málaga en 2002 o la plácida victoria en el alirón de Sevilla en 2004.

Pero hay otros goles que se celebran con tanta o más furia que la diana que te garantiza el trofeo. El gol que te coloca en la antesala de conquistar una Liga es un instante salvaje. Es el momento incomparable en el que tomas conciencia que tu equipo, muchos años después o por primera vez desde que tienes memoria, va a ser campeón. Los aficionados que llenaron Mestalla el 28 de marzo de 1971 y el 27 de abril de 2002 sintieron esa emoción pura, que tumba los pronósticos y voltea la Historia. Es la conexión intangible que une el gol de José Vicente Forment (Almenara, 1947) contra el Celta que puso en franquicia el título de 1971, con el doblete del actual entrenador valencianista, Rubén Baraja (Valladolid, 1975), contra el Espanyol para encarrilar la quinta Liga del Valencia. Los goles que acarician la gloria.

¿Cómo definir un momento así? Sus protagonistas lo han intentado en alguna ocasión. «Allò va ser Troya!», señaló Forment en el programa «Ara que fa vint anys» con el que Canal 9 homenajeó en 1991 a los campeones dirigidos por Alfredo Di Stéfano. La mayoría de veces resta importancia a su gesta: «Todos marcaban a los centrales altos y me fui al primer palo porque no sabía si a Sergio le quedaban fuerzas en ese córner». «Abrí tanto los brazos como pude, porque juro que en ese momento quería abrazarme con todo Mestalla», rememoraba Baraja, actual técnico del Valencia, a Levante EMV en 2017, recordando los primeros 15 años de aquella gesta del equipo entrenado por Rafa Benítez.

Los goles de Forment y Baraja se parecen de forma asombrosa. No sólo por el idéntico marcador. Ambos fueron goles agónicos, marcados en la misma portería del Fondo Norte en los instantes finales de sendos partidos navegados a contracorriente, contra rivales sin nada en juego que se defendieron con todo el ardor guerrero imaginable. Partidos con polémica. La roja a Carboni en 2002 o los dos goles previos anulados a Forment antes del éxtasis de tracas y almohadillas. Y fueron goles con el añadido, además, de romper con dos largos periodos sin alcanzar el título. En 1971 se ponían fin a 24 años sin una Liga. En 2002 a una racha de 31 años sin «alirones». Forment y Baraja hicieron creíble una utopía anhelada por toda una generación de valencianistas.

Los paralelismos siguen hasta en los guarismos con los que Alfredo Di Stefano en 1971 y Rafa Benítez en 2002, técnicos noveles con 44 y 42 años, respectivamente, cimentaron el título. Desde la fortaleza defensiva y optimizando al máximo los recursos. En 1971 se conquistó la Liga con 44 goles a favor y 19 en contra en 30 jornadas. En 38 partidos, en 2002 el Valencia se coronó como el mejor con un diferencial casi idéntico: 51 goles a favor por 27 en contra. De Abelardo a Cañizares, de Claramunt a Baraja, de Valdez a Vicente, de Forment a Sánchez.

El escritor Rafa Lahuerta, en 2018, instauró la tradición de recordar y revivir el gol de Forment con la banda sonora pirotécnica del fútbol de la época, con una traca. Una iniciativa que evocaba otra tradición, la de la afición de Rosario Central para recordar cada año el gol con el que Aldo Pedro Poy tumbó en un derbi a Newell’s Old Boys y que Roberto Fontanarrosa inmortalizó en la literatura. Ayer, con una numerosa representación de aficionados convocada por el colectivo Últimes Vesprades, se volvió a disparar la traca. Con el Valencia en su momento más bajo, la resistencia memoria retumba con todo su estruendo.

Flanqueado por Sergio, Antón y Merchina Peris, Forment restó importancia a su gol («un gol más, como el de Antón en Sabadell una semana después») y rememoró el gol: «Sufrimos mucho aquel día del Celta. Me habían anulado dos goles. Hasta que llegamos al córner del último minuto. Subieron Barrachina, Aníbal y Sol. Y yo creía que Sergio solo tendría fuerzas para mandar el balón, ya muy pesado, al primer palo. Me adelanté y metí la cabecita. Ai mare…». Los tiempos, por desgracia, han cambiado: «Soy muy pesimista con la situación actual y con el futuro con Peter Lim en el club. Ayudaría que subiesen jugadores de la casa, como en nuestra época. Cuesta mucho ganar y ahora viene un calendario terrible».