HISTORIA
Faas Wilkes: el primer amor holandés de Mestalla
El cariño entre la estrella neerlandesa que fichó Luis Casanova y los aficionados era recíproco. La Tribuna se amplió para ver sus diabluras con el balón, y él quedó prendado de València

Faas Wilkes, con la Senyera en Mestalla en los años 50 / Levante-EMV

En los días que envolvieron el España-Países Bajos de la Liga de las Naciones, los elogios de la Federación holandesa de fútbol (KNVB) al campo de Mestalla se viralizaron en las redes sociales. Los comentarios en favor de un «templo del fútbol», «teatro» y estadio «icónico» por parte de los neerlandeses se han unido a los de tantos valencianistas que claman por una reforma integral del coliseo de la Avenida de Suècia en lugar de la construcción del Nou Mestalla.
Horas antes del enfrentamiento, el exjugador del Valencia Justin Kluivert reincidió en sus alabanzas a un escenario del que le han hablado desde niño. «Este campo es genial, el tiempo y cuando juegas bajo la luz por la noche es increíble. Mestalla me gusta mucho», dijo en la sala de prensa del feudo che el hijo de Patrick Kluivert, exblanquinegro en la campaña 2006/07, y hermanastro de Nino Wilkes, nieto del primer extranjero en la historia del club.
Frenkie de Jong y Xavi Simons, criado desde los tres años en Rojales (Alicante) antes de marcharse a La Masia, regalaron más palabras de admiración hacia el Camp del Valencia. Los dos saben muy bien lo que el Barça de los holandeses, comandado por Louis Van Gaal, sufrió en el cambio de siglo a manos del temible equipo del murciélago que encabezaban ‘Piojo’ López y el capitán Mendieta. «Me encanta. Es uno de esos campos de la vieja escuela, siempre bonito. Aquí sientes la historia, las gradas verticales, el diseño al aire libre, sin techo. Eso me suele gustar», expresó De Jong.
Mestalla infunde respeto y admiración entre el pueblo holandés. Esa historia a la que se refiere De Jong la escribió también uno de sus compatriotas más ilustres: Faas Wilkes. Ya en los años 50 llegaban a Holanda las crónicas sobre sus actuaciones memorables con las que levantaba de los asientos al público valenciano. En las páginas del libro ‘Faas Wilkes, la búsqueda de un nieto’ pueden leerse frases de Johan Cruyff y Dennis Bergkamp que reflejan lo que significó el delantero del Valencia entre 1953 y 1956. «Si tuviese que elegir un ídolo, sería Wilkes», reveló el exbarcelonista, tres veces ganador del Balón de Oro; mientras, la leyenda del Arsenal admitió que «siempre» le perseguirá «el parecido con Faas».

Wilkes y Di Stéfano, en la Falla del Mercado (1955) / Colección Jesús Roig
Aquel regateador de película, que aterrizó en Manises con 30 años procedente del Torino, era una estrella con mayúsculas. En la década de los 40, el Valencia se había convertido en un gigante de la Liga y Luis Casanova apostó por uno de los mejores del mundo para contrarrestar el peso de Di Stéfano en el Madrid y Kubala en el Barcelona, y relanzar al equipo, que no ganada nada desde la Copa de 1949. Su nombre completo era Servaas Wilkes, aunque fuera de Holanda fue mucho más sencillo acortarlo en Faas por la pronunciación neerlandesa de la ‘V’ como ‘F’.
En junio de 1953, el Torino jugó en Mestalla el amistoso que homenajeó al gran Puchades. Los italianos vencieron 1-4 en una brillante tarde del mago de Rotterdam. Hasta el punto de que el presidente de la Federación Valenciana, Guzmán Zamorano, le preguntó al presidente del Torino: «¿Cuántos camiones de naranjas aceptaría a cambio de Wilkes?». Antes del Torino, había ganado el ‘Scudetto’ de 1952 con el Inter de Milán. Era idolatrado, pero la salida de Países Bajos, en contra de la voluntad de la KNVB, le costó una sanción de cinco años sin poder enfundarse la camiseta ‘oranje’. Así que Mestalla se establecería como el centro de atención de todo el arte en las botas de Wilkes entre 1953 y 1956. En su periplo de tres campañas, Faas tan solo pudo disfrutar de tres citaciones con su selección, en marzo y mayo del 55, una vez expirada la pena.
Luis Casanova convirtió la broma de las naranjas en realidad en el verano del 53. Wilkes redobló la ilusión del valencianismo. No pudo participar en la Copa del 54 al ser extranjero, pero ya había relanzado al Valencia con su presencia mágica en la Liga. Muchos pagaban la entrada solo para ver sus acciones increíbles con el balón. «Te miraba a los ojos, se iba de uno, de dos, de tres. Fue el mejor jugador con balón que he visto, un auténtico malabarista», le definía Tonín Fuertes.

Wilkes progresa con la camiseta del Valencia ante la admiración del público / SD
La remodelación de la Tribuna
El Valencia se encontraba en plena remodelación de su estadio, y el fichaje resultó clave para financiar una parte. «Os ayudará a pagar el nuevo Mestalla», le dijo Zamorano a Casanova, poco antes de que se consumara la llegada del espigado holandés. La realidad es que la expectación que generó hizo que la venta de abonos se multiplicara y, a la postre, la Tribuna acabó ampliándose en 15.000 asientos.
Wilkes se adaptó a la ciudad a las mil maravillas. Enamorado de la paella, llegó a vivir en la pensión de ‘La Pepica’. Más tarde, se mudó a un edifico contiguo en la playa de la Malvarrosa. Incluso, el neerlandés se animaba a hablar algunas palabras en valenciano con sus compañeros de equipo, que bromeaban diciéndole: «Faas, xé, què fas?».
En 1953 se convirtió, además, en el primer extranjero sin nacionalidad española que vistió la camiseta del Valencia CF. Hoy, su recuerdo sigue vivo. Fue el pionero entre los seis jugadores y dos entrenadores del país de los tulipanes que han formado parte del recorrido histórico del equipo del murciélago. Tras él mismo, el finalista del Mundial 78 Johnny Rep, Patrick Kluivert, campeón de Europa en 1995 con el Ajax, Hedwiges Maduro, Jasper Cillessen y Justin Kluivert; además de los técnicos Guus Hiddink y Ronald Koeman.

Mural de Wilkes en la Avenida del Puerto hecho por artistas holandeses, 'Kamp Seedorf' / SD
Faas amaba València. Dos datos lo dicen todo sobre aquel amor irracional. En 1958 trató de volver, pero el Valencia tenía el cupo de extranjeros cubierto. Acabó fichando por el Levante, del que se marchó con polémica y sin jugar la vuelta de la promoción de ascenso ante Las Palmas después de actuar días antes en el homenaje que le organizaron Valencia e Inter. De sus 38 goles como valencianista, una treintena cayeron bajo el abrigo de Mestalla y su coqueta Tribuna.
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