Da lo mismo ocho ojos que doce porque, como se pudo apreciar anoche, se siguen cometiendo errores si bien, en la única jugada de gran dificultad que fue un gol anulado a los franceses, los colegiados que ayer dirigieron el encuentro acertaron aunque precisamente en esa jugada el mérito no fue del novedoso ´asistente adicional´ sino del ´árbitro asistente´ (vamos, del linier de toda la vida).

Fue en el minuto 17 cuando Miku encaraba ya con el balón controlado la portería en una galopada desde casi medio campo y fue derribado por Beria aunque el colegiado principal ahí no sancionó nada. Justo es decir que en esa acción el demérito no era de los asistentes sino del árbitro principal, el rumano Dan Tudor, puesto que la jurisdicción de los ´asistentes adicionales´ de área se reduce, como su propio nombre indica, a las áreas de penalti.

La comunicación entre asistente y colegiado principal se hizo a través de un transmisor que lleva un pulsador que, tras ser accionado, hace que al árbitro le vibre el receptor que lleva en uno de sus brazos para avisarle.

Ayer, la única jugada polémica dentro de las áreas —al margen de una caída de Mavuba en la que no se apreció nada punible— fue un gol anulado a los locales en el minuto 29 de la primera parte. En esa acción tras tres intentos de remate, la pelota acabó en el fondo de las mallas valencianistas si bien en dos de esos tres remates había posición antirreglamentaria. El nuevo ´asistente adicional´, a apenas dos metros de la jugada, no señaló nada entre otras cosas porque esa tampoco es su función ya que quien está en línea para ver el fuera de juego es el asistente de banda, que fue quien alzó su bandera anulando el tanto.

Fuera y dentro

A los asistentes de área adicionales se les vio en los fondos, en la parte opuesta a los asistentes de banda y entrando en el campo cuando las acciones lo permitían pero siempre, como máximo, a la altura de los porteros, nunca más adentrados que ellos y sin apenas moverse. De hecho, no tomaron parte ni en el calentamiento...