El penalti decisivo que marcó Ricardo Arias, la parada de Carlos Pereira, la épica ante el Rangers, la emoción frente al Barcelona o la agresión a algunos seguidores por los "hooligans" del Arsenal tras la final componen el álbum de recuerdos de la Recopa que el Valencia logró hace treinta años.

Fue el 14 de mayo de 1980 en el estadio Heyssel de Bruselas (Bélgica), tras un torneo intenso y espectacular en el que lo peor fue la baja calidad de la final.

El club, presidido en aquel momento por José Ramos Costa y con Alfredo di Stéfano como entrenador, empató sin goles con el equipo inglés en un partido con prórroga, lo que provocó el lanzamiento de penaltis, con un empate a cuatro tras los primeros cinco disparos de cada equipo.

Fue en la segunda tanda, tras los sextos lanzamientos de ambos conjuntos, cuando el Valencia ganó el trofeo que levantó su capitán Enrique Saura, tras una final nivelada pero, sobre todo, soporífera.

Arias ha contado en más de una ocasión que algunos jugadores pensaban que la segunda tanda de penaltis también era al mejor de cinco lanzamientos. Por eso, no dudó en asumir la responsabilidad de tirar el sexto penalti, ya que creía que luego quedaban cuatro lanzamientos más.

"Uno de los que estaban convencidos de que esa era la normativa, era Pereira, que paró el disparo posterior al mío y apenas se inmutó, aunque ya éramos campeones", ha recordado en más de una ocasión el defensa valenciano.

En aquella final jugaron por el Valencia Pereira, Carrete, Arias, Tendillo, Botubot, Solsona, Bonhoff, Subirats (Castellanos), Saura, Kempes y Pablo. La estrella del equipo era Mario Kempes quien, sin embargo, fue el que peor parado salió del encuentro.

"Di Stéfano me dijo que jugara en punta para fijar a los centrales ingleses y que no subieran a rematar. Ellos no subieron, pero yo no toqué el balón. Estaba tan frío en los penaltis, que fallé el mío", ha narrado en multitud de ocasiones el delantero argentino, que fue el responsable de lanzar el primer disparo.

Aquella competición estuvo plagada de hitos inolvidables para los valencianistas. Dio comienzo con una ronda superada con facilidad ante el Copenhague, pero el siguiente rival fue el Glasgow Rangers, que empató a uno en Mestalla en la ida.

Era necesario ganar en la capital escocesa para seguir adelante. Para ello, Di Stéfano dio la alternativa a dos futbolistas jóvenes: Javier Subirats y Pablo Rodríguez, "la ardilla de Ibrox Park". El experimento salió redondo y el Valencia, contra pronóstico, ganó por 1-3 en tierras escocesas.

La inyección de moral fue tan grande que sirvió para superar en cuartos al Barcelona, que jugaba la Recopa como vigente campeón del trofeo, ya que el Valencia lo jugaba tras haber ganado la Copa del Rey de 1979, en la que se impuso en la final contra el Real Madrid por 2-0.

El Valencia logró el pase a semifinales con un triunfo ajustado por 0-1 en Barcelona y un trepidante 4-3 en la vuelta, en un partido jugado en Mestalla el día de San José y en el que el equipo llegó a estar eliminado cuando perdía por 1-2 en la primera parte. En la penúltima ronda superó al Nantes francés con menos dificultades de las que tuvo ante Rangers y Barcelona.

La final de Bruselas fue una oportunidad para que muchos valencianistas vieran por primera vez a su equipo alzar una copa fuera de España. Con el Atomium de Bruselas al fondo, los seguidores del equipo presenciaron un partido feo, festejaron un título bonito y sufrieron de lo lindo para salir ilesos del estadio.

Eran los tiempos en los que las conductas antideportivas de los "hooligans" estaban en su apogeo. Muchos valencianistas fueron heridos y alguno hospitalizado tras las acciones violentas del final del encuentro.

El trofeo se marchó para Valencia y abrió el camino a la Supercopa de Europa que siete meses después obtuvo el equipo en una eliminatoria a doble partido ante el ganador de la Copa de Europa, el Nottingham Forest inglés.