Intensidad y emoción. La afición valencianista disfrutó y sufrió en el Rico Pérez con la victoria del Valencia CF ante el Hércules. Los más de mil seguidores del conjunto valenciano, entre los que se desplazaron desde Valencia y las peñas de la Marina Alta, vivieron el encuentro en uno de los fondos del estadio en armonía y sin incidentes con la afición alicantina. Al final, y a pesar del sufrimiento vivido, sobre todo tras la expulsión de Navarro, la afición regresó a Valencia con la felicidad de sumar el tercer triunfo liguero. Los jugadores brindaron la victoria a los seguidores. De hecho, tras el pitido final de Ramírez Domínguez, la plantilla se acercó al córner donde estaban ubicados los aficionados para aplaudirles y tirarles las camisetas. César, uno de los héroes del encuentro, fue de los más reclamados por la afición.

Del mosaico blanquiazul y la pitada inicial al Valencia, se pasó en poco más de un minuto a la alegría del gol de Mata nada más iniciar el partido, que silenció a la hinchada alicantina. La afición festejó el tanto de cerca ya que se produjo en la portería más cercana a su posición en la grada y además los jugadores se acercaron a los aficionados para celebrar el gol. El buen inicio de los de Unai Emery animó a los seguidores valencianistas, que a pesar de la inferioridad numérica, se dejaban notar en el Rico Pérez.

El despertar del Hércules en el terreno de juego también se transmitió entre la afición alicantina, que se fue creciendo con las ocasiones de su equipo. Sin embargo, el empuje les duró poco. En el minuto 20, el gol de Pablo volvió a devolver el júbilo a la grada valencianista. El viaje a había valido la pena. La afición disfrutaba con el juego del conjunto valenciano y los cánticos de ánimo no cesaban.

Todo empezó a complicarse en los últimos minutos de la primera parte. Con el penalti de Navarro, muy protestado por los valencianistas, y el posterior gol de Trezeguet, cambió el partido y el estado de ánimo de la afición en el Rico Pérez. Nada más iniciarse la segunda parte, la expulsión de Navarro acabó por indignar a los aficionados del VCF. Las protestas al colegiado se adueñaron de la grada de seguidores valencianistas.

Tocaba sufrir. Con un jugador menos y con tan sólo un gol de renta en el marcador, el sufrimiento iba en aumento conforme avanzaban los minutos. La afición trataba de ayudar al equipo con su ánimo y así contrarrestar el empuje de los alicantinos, que cada vez se dejaban notar más en el ambiente del encuentro. César se convirtió en el gran héroe de la afición valencianista, que aplaudía cada una de las acciones del cancerbero, mientras que los alicantinos silbaban al portero en sus saques de puerta.

En un final de infarto, con las diversas ocasiones herculanas, la afición se mordía las uñas y miraba el reloj deseando que los minutos pasaran lo más rápido posible, mientras trataba de dar su último aliento a los jugadores. Al final la recompensa fue el triunfo y la dedicatoria del equipo.