Lleva más de una década como delegado del Mestalla, ¿qué ha aprendido en este tiempo?

—Veo el fútbol de otra manera, ahora desde la perspectiva de entrenador. Ya no me siento jugador.

—¿Se vive con mayor intensidad?

—Si. Sí… El jugador se dedica a entrenar y disputar los partidos mientras el entrenador desarrolla muchas más actividades. En realidad, piensa en fútbol durante las 24 horas del día.

—¿En qué consiste su trabajo?

—Entre semana ayudo a Vicente Mir (entrenador CD Mestalla) y desarrollo la función de segundo entrenador. Y los fines de semana ejerzo como delegado del equipo.

—¿Qué conclusión saca de estar en contacto con gente muy joven?

—Siempre estoy con chavales de 20 años, me siento joven. Es una situación agradecida. Observas el crecimiento de los jugadores: unos llegan a ser internacionales y otros se quedan en el camino.

—Un testigo privilegiado…

—Sí, veo como se van formando desde los 13 años. A su vez, me da un poco de lástima comprobar que en algunos casos poseen grandes oportunidades y medios y no lo aprovechan.

—¿Qué jugadores del Mestalla están llamados a ser titulares en el Valencia?

—Es difícil pero un jugador que viene trabajando muy bien es el lateral izquierdo Salva Ruiz. Si sigue así posee un gran futuro. Otro jugador con grandes posibilidades es Paco Alcácer.

—¿Cuáles son las causas que provocan que se pierdan jóvenes talentos para el fútbol?

—Es muy complicado llegar. Hay que combinar la preparación física con la mental; el trabajo diario y después también disponer de oportunidades. No sólo es saber jugar bien al fútbol.

—¿Concluyó su carrera como jugador de fútbol de la forma que le hubiese gustado?

—¡No! Pero hay que aceptarla. Surgieron inconvenientes y problemas que no me gustaron…

—¿Cuáles fueron sus problemas?

—Esencialmente, la lesión que sufrí en el tendón de Aquiles y me apartó del equipo.

—¿Cuál fue el entrenador que confió con usted y le hizo debutar en Primera División?

—Debuté con Alfredo di Stéfano. Después llegó Víctor Espárrago que me confirmó en el equipo; Guus Hiddink contribuyó a mejorar mi rendimiento y, por último, Luís Aragonés.

—Víctor Espárrago, ¿qué le exigió?

—Con él hice la primera pretemporada con el Valencia. Un técnico muy exigente pero yo también me exigía al máximo.

—¿Cómo se sintió con Hiddink?

—Con Hiddink disfruté jugando al fútbol.

—En la etapa de Guus Hiddink, desde la directiva, se defendía el planteamiento de que ustedes estaban a gusto porque nada les exigía…

—Una teoría equivocada. Lo que sucedió es que con Hiddink llegaron al Valencia planteamientos innovadores. El trabajo diario se realizaba con balón y este detalle la gente no terminaba de entenderlo y máxime cuando con Espárrago solo veíamos el balón medicinal.

—¿Qué recuerdo guarda de Luís Aragonés?

—Una persona que me enseñó y me ayudó a crecer. Me inculcó que las culpas no hay que buscarlas en los demás sino en la propia actuación.

—¿Claudio Ranieri?

—Su presencia coincidió con mi lesión. Arrastraba los problemas con el tendón de Aquiles y todo lo que ello significaba a nivel personal y deportivo.

—¿Tuvo diferencias personales con Héctor Cúper?

—No hubo ninguna diferencia en lo personal. Como capitán realicé unas declaraciones que a él no le gustaron. No iban contra Cúper. En voz alta expresé lo que se pensaba en el vestuario y pagué los platos rotos y se me apartó del primer equipo. Tomó la decisión más fácil para él, dadas mis circunstancias físicas.

—El Valencia, en junio de 1999, gana en Sevilla la copa del Rey y su compañero Mendieta le invita a recoger con él la copa de manos del Rey. ¿Qué sintió?

—Esa imagen trajo confusión y pienso que aún hay gente equivocada. Yo era el capitán, en consecuencia, a mí me correspondía recoger la copa del Rey. Mendieta era el que llevaba, en ese momento, el brazalete en el campo. De todos modos a mí, en ese instante, no me importaba quien levantara la copa. Lo que me importaba es que el Valencia volvía a ser campeón.

—Con Claudio López y Mendieta, ¿qué relación mantiene?

—Con Mendieta me sigo viendo y con Claudio López es más complicado al residir muy lejos de Valencia.

—¿Por qué aceptó volver a jugar en el CD Mestalla?

—Con 30 años quería seguir jugando al fútbol. En esta profesión he permanecido porque por encima de todo me gusta.

—Durante un tiempo jugó junto a Quique, Arias, Voro y Giner. ¿Formaban la mejor defensa de España?

—Conformamos una de las mejores defensas de España. Durante dos temporadas contribuimos a que Ochotorena recibiese el Trofeo Zamora, al portero menos goleado. Los éxitos fueron colectivos y la defensa formaba parte del mismo.

—Voro y usted estuvieron en el Mundial de los Estados Unidos, sólo faltó Giner…

—Sí. Nos llevamos una gran decepción. Giner había participado en la fase previa, figuraba como titular, se lo merecía y al final Javier Clemente lo dejó en Valencia. Nos hacia ilusión, a los tres, jugar juntos en los Estados Unidos.

—¿Cómo le gustaba tratar el balón?

—Me gusta el fútbol y me gusta jugar. Siempre he querido tratar bien el balón desde atrás, desde mi posición de líbero o central. En este aspecto, me aproveché un poco de Giner y Voro: ellos iban más al choque con el delantero y yo trataba de jugar el balón.

—¿De quién aprendió?

—De Ricardo Arias. Fue mi referente como persona y como deportista. Desde pequeño sentí admiración por él y después coincidí en el vestuario del Valencia y compartíamos habitación en los desplazamientos. Me enseñó muchas cosas.

—¿Qué entrenador le hizo crecer como jugador?

—Sin duda, como futbolista, Guus Hiddink. Supo sacarme el máximo rendimiento. Acertó a situarme en el campo y disfruté.

—¿Observa al Valencia para pujar por un título en la presente temporada?

—Hay plantilla y ganas… Hay dos equipos que marcan la diferencia: Barcelona y Real Madrid. Sin embargo, si en la actual Liga hay un equipo capaz de plantar cara, ese es el Valencia.

—¿Qué equipo le entretiene?

—El FC Barcelona. Hace un juego espectacular y efectivo.

—El juego del Barcelona, ¿lo pueden copiar otros equipos?

—No… Se han juntado una serie de jugadores que lo hacen posible. Posee a los mejores futbolistas del mundo y son inalcanzables.

—¿Qué jugador admira?

—A muchos. A la totalidad de los que suelen jugar con la selección española, pero si tengo que decir nombres me inclino por Xavi y Albelda. De Xavi destaco su calidad y honestidad y Albelda es otro de mis referentes.

—¿Se puede decir que Albelda aprendió de usted?

—No lo sé… El próximo día que lo vea se lo pregunto.

—Si se perdiese, ¿dónde lo podríamos encontrar?

—En Rafelbuñol.

—¿Por qué decidió no ser entrenador?

—No soy capaz de decidir entre 20 chavales, cuales son los que deben seguir y los que deben de quedarse en el camino. Sufriría mucho, soy incapaz de hacerlo.

—¿Lo intentará en un futuro o lo da por perdido?

—Tengo muy claro que no voy a ser entrenador. Bueno, nunca no debe decirse, pero sí en un 99,99% que no lo seré.