En el momento en que José Luis González González y su asistente de la banda de tribuna no vieron a Pinto quitarle el balón a Roberto Soldado con la mano más allá de la línea del área, el Barcelona cantaba victoria. Tenía sus motivos, porque obtenía así un rendimiento más que inmediato a su cambio de estrategia respecto a la labor arbitral, orquestada durante días desde que Xavi Hernández declarase abierta la veda hace algunas semanas, cuando antes de los dos partidos de cuartos ante el Madrid declaró sentirse perjudicado: «Tengo la sensación de que este año nos perjudican más que otros». El día previo al partido, el presidente y el entrenador del Barça coincidieron al lanzar maquiavélicamente el mensaje de que el club blaugrana se sentía hasta ahora perjudicado y había llegado la hora de compensar. A costa en este caso del Valencia.

Llegó la semana del Valencia-Barça y el acoso lo inició el propio Leo Messi en la zona mixta de El Madrigal, donde el equipo de Pep Guardiola empataba a cero y cedía dos puntos más que le alejan del Real Madrid en la Liga. El crack argentino rompía también la norma no escrita del club azulgrana. Apareció por la zona mixta con ganas de hablar con la prensa —algo bastante inusual en él, por cierto— pero lo hacía con la única intención de lanzar un mensaje claro y directo también contra el colectivo arbitral. Estas eran sus palabras textuales: «No me gusta mucho hablar de los árbitros pero a veces son soberbios y te amenazan a la mínima con sacar tarjeta».

Primero fue el capitán y después la estrella quienes lanzaron sendos mensajes críticos, pero se acercaba el día del partido y con él la hora de los pesos pesados. El martes por la mañana, el presidente Sandro Rosell tomaba la palabra en un acto de la Fundación FC Barcelona y lanzaba un mensaje entonces difícil de calificar: «Hay días que los árbitros se equivocan a tu favor y otros en contra. En lo que llevamos de año no pinta bien para el Barça, pero esa pregunta me gustaría responderla al acabar el año porque estas cosas normalmente al final se balancean». O sea, se equilibran. A veces incluso muy deprisa, como en este caso, porque sólo un día después el Barça era claramente beneficiado en Mestalla, en un partido que le puede dar el pase a la final de la Copa del Rey y la posibilidad de ganar un título. Más complicado lo tendría de haber jugado más de una hora en inferioridad numérica.

Dijo Rosell, por si fuera poco, que no hablaba en nombre del FC Barcelona, «sino del deporte», porque «somos humanos y hay errores y lo que se busca es que en la competición todos tengan el mismo trato». Su presión hizo efecto en un árbitro poco experimentado en ese tipo de partidos, para conseguir exactamente el efecto contrario: lograr que el Valencia no tuviera el mismo trato que el Barcelona en las decisiones trascendentes.

Guardiola, en la línea

Las palabras de Sandro Rosell tuvieron eco en todos los medios durante la sobremesa del martes y, ya por la tarde, le preguntaron por ellas a Pep Guardiola en la rueda de prensa previa al partido que se iba a disputar en Mestalla. Teorizaba el entrenador del Barcelona sobre lo que es y lo que no es hablar de los árbitros, lo que es quejarse y lo que no, si es bueno para el fútbol o malo para los árbitros. Hablaba también del poderío mediático del Real Madrid... Pero, en el fondo de la cuestión, al final dejaba una pieza extremadamente similar a la que horas antes había declarado el presidente: «Faltaría más, es normal que me enfade cuando los árbitros se equivocan en contra pero luego pienso y me digo, ´se habrá equivocado´. Yo soy representante de un club y sé que en otro partido, en otra decisión me favorecerán». Y sólo 24 horas después le favorecieron en una jugada que el propio entrenador calificó «de las que condicionan un partido». «Al final estas cosas se equilibran», «en otra decisión me favorecerán». ¿Es una simple casualidad o responde a una estrategia perfectamente estudiada?

Todo el mundo lo vio

Ayer, toda la prensa valenciana, catalana, madridista y mundial coincidía de manera unánime en el error de González González, que benefició claramente al Barcelona en un momento clave, cuando un título está en juego. Como decía Manuel Llorente al final del partido, unas veces benefician al Barcelona y otras al Madrid, los demás no existen.