Sentimiento de frustración e impotencia. Así se sentía Unai Emery y el resto de miembros del cuerpo técnico a la vuelta de Barcelona tras encajar un sonrojante 5-1, como así reflejó el marcador electrónico, aunque aún pudo ser más amplio si no es por la actuación bajo los palos de Diego Alves, que tras recibir los dos primeros goles dio un recital de paradas. Braulio Vázquez no vivió en directo el partido del Camp Nou y ayer acudió a la Ciudad Deportiva para conversar con el técnico, en una charla que se produjo a la finalización del entrenamiento cuando los futbolistas se retiraron al vestuario y duró aproximadamente unos diez minutos. A Unai se le vio gesticular mucho, como es habitual en él cuando defiende una postura con otra persona que tiene un punto de vista distinto, llegando a la conclusión de que el Valencia hizo un partido calificado como «horrible» frente a un Barça que demostró estar a otro nivel.

Cuando un equipo recibe una paliza, los técnicos le dan muchas vueltas a la cabeza a la derrota y surgen varios interrogantes: ¿Puede el Valencia mejorar la tercera posición? Su respuesta es «no». ¿Puede el equipo dar una mejor imagen? La respuesta es «sí», colocando la eliminatoria de Copa del Rey como ejemplo. La conclusión a la que llegan es que el Valencia no puede competir al nivel de los dos transatlánticos de la Liga BBVA, Real Madrid y FC Barcelona, cuando están bien, sobre todo si no juegas al cien por cien. A un partido es posible competir con ellos, pero no con la imagen que se dio en el Camp Nou. Es más, una reflexión que se hizo en el viaje de regreso a Valencia era que «este Barça también habría arrollado al Real Madrid». Uno le puede dar mil vueltas al encuentro de anoche en el Camp Nou, pero la realidad que se escuchó ayer por la mañana en el vestuario es que «nuestra liga es la del Sevilla».

Cuando se pierde, empiezan a surgir dudas sobre determinados jugadores o de planteamientos tácticos, pero el mensaje que se le va a transmitir el próximo miércoles cuando empiece a prepararse el partido contra el Stoke va a ser de ánimo con la finalidad de recuperar la autoestima cuanto antes. En el primer análisis del partido quedó en evidencia que el equipo en global dio un nivel más bajo del habitual, pero ahora hay que apechugar con ese resultado para seguir adelante para conseguir el objetivo en liga. «Somos terceros y es nuestra posición máxima porque no nos dejan a nosotros hacer otra cosa», se aseguró ayer en el vestuario. Perder en el Camp Nou entra dentro de lo lógico, pero también es cierto que no es lo mismo perder 2-1 ó 3-1 que hacerlo por un contundente 5-1 que aún pudo ser más amplio. Es cierto que el 3-1 llegó en el minuto 75, pero ahí se vio a ciertos jugadores entregados y se estiró aún más la ventaja a favor del Barça.

A nivel defensivo hubo muchos despistes, tanto a la hora de realizar los marcajes como en la colocación táctica. La principal consigna que tenían los dos centrales titulares, Rami y Víctor Ruiz, era la de salir a cortar la linea de pase a Messi. Al margen de los cuatro goles que marcó creó muchas ocasiones de gol y la defensa no supo cómo contener su peligro, porque la idea era alejarle lo máximo posible del área y pararle, optando por hacer faltas si era necesario. Unai quería que los centrales «mordieran» y repasando el vídeo del partido se vio mucha complacencia atrás; el hecho de que ni Víctor ni Rami vieran tarjeta amarilla es sintomático, más cuando Albelda se vio condicionado desde el minuto 3 —por una falta que pudo realizar Víctor más lejos del área— y Tino Costa, con el condicionante de que ésta llegó por una protesta. Mathieu estuvo mal colocado y eso acabó provocando desajustes entre los centrales, desbordados y con Rami falto de contundencia.

Si al desastre atrás se añadió que no se tuvo el balón, con pérdidas infantiles en las entregas y posesiones cortas, tanto Emery como Braulio sintieron verdadera impotencia.