Como se temía el propio jugador del Valencia CF nada más producirse la lesión, Sergio Canales dice adiós a la temporada. El cántabro ha vuelto a romperse el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha, la misma lesión de la que ha salido hace apenas unas semanas y que le tuvo apartado de los terrenos de juego seis largos meses. El jugador ha acudido esta mañana del Centro de Rehabilitación de Levante para confirmar el diagnóstico que anoche ya se temían los médicos del club tras la exploración que se le hizo en el propio vestuario de Mestalla. "Una vez más, muchas gracias a todos por vuestro apoyo. Me sigue sorprendiendo todo el cariño recibido!! A seguir luchando!!, han sido las declaraciones del jugador realizadas en su twitter para agradecer las muestras de apoyo de la afición valenciana.

«¡Que se me acaba la carrera, que se me acaba la carrera!» gritaba desconsolado y entre llantos Sergio Canales. Estaba abatido, triste, dolido, superado por la desgracia que le había vuelto a suceder en la rodilla derecha. Con una angustia interior insoportable por ver cómo se había roto de nuevo después de cinco meses y medio largos de recuperación. Lloraba y lloraba sin consuelo. Ningún ánimo era suficiente. Era el partido que más ganas tenía de jugar de su vida y lo acabó marchándose del estadio con muletas. Las mimas que había luchado para enterrar. Así de desgarradora y cruel fue la lesión del cántabro. Este viernes se ha sometido a pruebas y se han cumplido los peores pronósticos. Tiene roto el ligamento de la rodilla derecha y sufre la misma lesión de seis meses. Un drama.

Fue en el minuto 57. Canales, que estaba siendo el mejor de largo, pugnaba por un balón con Gabi. El cántabro intentó cambiar de dirección, pero su pie derecho se quedó clavado en el césped. Su rodilla giraba y la llama de su ilusión por el fútbol se apagaba por momentos. Le dolía la rodilla, pero también el corazón. Sabía que se había roto. También se dieron cuenta todos sus compañeros. Aduriz se echaba las manos a la cabeza y daba un puntapié, Jordi se echaba la mano a la boca en un gesto de desesperación, Soldado intentaba animarle y se daba la vuelta sabiendo que iba a ser imposible. Mientras, Ximo Más y Pepe de los Santos constataban la desgracia en la primera exploración. El jugador tenía que ser retirado en camilla por los miembros de la Cruz Roja. El cántabro se escondió debajo de la manta térmica cuando abandonó el césped de Mestalla en camilla. Era la peor señal posible. Sabía que algo malo le había vuelto a pasar en la rodilla derecha y maldecía su mala suerte. Se marchó con la cara tapada. El mismo dolor sentían sus compañeros y toda la grada viendo como el cántabro se aislaba del mundo y vivía su calvario. Mestalla estaba sobrecogida y en silencio. Del ´shock´ colectivo se pasó a los ánimos en forma de «¡Canales, Canales!». Sergio se marchó hundido y derrotado y ya nada fue igual. Por la cabeza de los jugadores tan sólo pasaba la desgracia de Sergio. Así llegó el gol. Ya era lo de menos. Canales abandonó el estadio antes de que acabara el partido. Lo hizo ayudado de las muletas y envuelto de lágrimas. Su novia fue a recogerlo en coche a la puerta del estadio. Se marchaba a casa. Abatido y, lo más cruel de todo, pensando en cómo y cuándo saldrá de esta. Aún no había cicatrizado la herida y ya estaba sangrando una nueva. Era el drama de Sergio y del Valencia.