El técnico Unai Emery logró que el Valencia fuera tercero en la Liga de una temporada que considera la mejor que ha completado en el banquillo del club, pero en la que los buenos registros no han evitado un sabor agridulce pues los resultados han sido mejores que las sensaciones futbolísticas.

El debate suscitado en torno al equipo contrapone a los que consideran que, dado el potencial del Real Madrid y el Barcelona, no se puede pedir más con tres terceras posiciones consecutivas en los últimos campeonatos, y a los que prefieren prestar el abono a un amigo porque se aburren cada vez que acuden a Mestalla.

Cuando ya nadie duda de que Emery ha puesto el punto final a su trayectoria de cuatro años como técnico del Valencia, que se cerrará definitivamente en la próxima jornada con un partido intrascendente en Anoeta ante la Real Sociedad, la balanza pone de un lado la tercera posición y de otro la indefinición del juego del equipo.

Con el objetivo cumplido de ser terceros y de haber logrado la participación en la próxima edición de la Liga de Campeones, quedan más aspectos positivos que negativos, ya que los números perdurarán para siempre y la valoración del fútbol del equipo, además de ser subjetiva, se diluirá con el tiempo.

Tanto el técnico como el capitán y jugador más veterano del Valencia, David Albelda, han coincidido en recordar que hace trece años, cuando el equipo se clasificó por primera vez para la Liga de Campeones, el estadio vivió una gran fiesta tras confirmar el objetivo.

Entonces el Valencia lo hizo como cuarto, en la campaña 98-99 y con Héctor Cúper en su banquillo. Por ello, debió disputar la eliminatoria previa. Ahora lo ha hecho de forma directa y, aunque con algunos apuros, tras una campaña en la que el equipo ha sido tercero durante prácticamente toda la temporada.

Es cierto que la clasificación de este año ha sido alcanzada por el Valencia con menos puntos, ya que tiene 61 y puede aspirar a sumar 64 frente a los 71 con los que logró el mismo objetivo en las dos campañas precedentes.

Frente a estos datos poco refutables, el Valencia no ha dejado claro su estilo. Por una parte, el equipo ha tratado casi siempre de sacar el balón jugado desde atrás con independencia de la presión que hiciera el rival, lo que a veces conllevaba riesgos.Sacar el balón en largo no entraba en los planes de un equipo con una gran vocación ofensiva incluso cuando se adelantaba en el marcador.

Por ello, los laterales han sido verdaderos extremos que han aportado en ataque, pero que han sufrido para recuperar posiciones tras la pérdida de balón.

Sin un líder en el centro del campo, el equipo también ha sufrido en la creación. Éver Banega ralentizaba el juego y Dani Parejo mostró tanto sus condiciones técnicas como su falta de carácter. Tino Costa destaca más por su disparo que por su capacidad para liderar el equipo y el que más condiciones apuntaba, Sergio Canales, sufrió dos lesiones graves.

Con este panorama, David Albelda fue más necesario de lo esperado para dar equilibrio al equipo. Arriba las mejores noticias fueron Roberto Soldado y Jonas Gonçalves, los principales goleadores.

También fueron buenas noticias las actuaciones en la portería de Vicente Guaita y Diego Alves, mientras que Adil Rami y Víctor Ruiz fueron de más a menos y Ricardo Costa de menos a más, en un equipo en el que Jordi Alba alcanzó la internacionalidad, lo que puede abrirle las puertas de salida del club.

Imprevisible en sus alineaciones, Emery ha llevado al equipo al puerto de la próxima edición de la Liga de Campeones que, como dijo tras la victoria ante el Villarreal del sábado, era el objetivo corporativo de la empresa para la que ha trabajado los últimos cuatro años a la espera de que en los próximos días confirme si va o no a continuar.