«¿Por qué la solución tiene que ser que un inversor adquiera la mayoría de las acciones del Valencia, y por qué ese papel no lo pueden jugar los pequeños accionistas y los aficionados?». Con esta pregunta, el vicepresidente del Consell José Císcar abría ayer la posibilidad de que la Generalitat ponga en marcha un plan para que el Valencia CF vuelva a ser de todos sus socios y aficionados. «Estamos abiertos a todas las posibilidades», y lo dijo instantes después de admitir que hay inversores que preguntan por el el club porque «el Valencia es un club muy apetecible y hay muchos interesados, cada día más».

A día de hoy, lo único cierto es que seguramente a final de mes la Generalitat Valenciana tendrá que asumir la propiedad de la sociedad, y que esa idea de un Valencia CF de todos no es otra que la que en su día se vendió tras firmarse la operación de crédito con la Fundación avalada por el Instituto Valenciano de Finanzas, que por cierto se fue diluyendo con el tiempo y a medida que el Patronato de la Fundación apoyaba sistemáticamente la gestión del actual consejo del Valencia.

«Estamos obligados a explorar todas las posibilidades que permitan al Valencia salir adelante en las mejores condiciones posibles, y yo de entrada no descartaría absolutamente nada», explica Císcar sobre una opción que supondría repartir el 70% del capital del Valencia „o una parte importante del mismo„ entre el mayor número posible de accionistas entre los más de 45.000 que actualmente poseen títulos del Valencia CF. La idea es perfecta si la despojamos de su parte utópica y, de alguna manera, la aislamos de la situación económica que vivimos. En el verano de 2009, la sociedad valenciana cubrió algo más de 18 millones de euros de un total de 92 que salieron a la venta en la ampliación de capital. En 2011, el consejo tuvo muchos problemas para colocar en pequeños paquetes otros 2´5 millones de unas acciones que, tal como informaban en la entidad bancaria que las puso en circulación, no tenían prácticamente valor.