A estas alturas, apelar a la mala suerte resulta un argumento demasiado pobre. Ya no cuela. Cuando los mismos errores se reproducen de forma sistemática jornada tras jornada es porque el equipo no funciona. En el Martínez Valero se ofreció una imagen positiva, se jugó con sentido durante muchos minutos y se dibujó una presión más organizada, sin embargo, los de Djukic volvieron a morir en las áreas. La defensa tiene números de descenso y al ataque le falta eficacia, no tiene pegada. En Elx se acumularon llegadas suficientes como para golear, pero los blanquinegros son pura Ley de Murphy: «Si algo va mal, siempre puede ir peor». El disparo demasiado cruzado de Fede, el remate al palo de Ricardo Costa, el balón que sacó Lombán bajo palos tras un remate de Pabón... El Elche llegó cuatro veces e hizo dos goles. No pueden ser tantas casualidades y la sangría continúa sin que se adivinen soluciones a corto plazo.

El Valencia volvió a doblar la rodilla ante un rival con peores futbolistas, pero mejor organizado, mejor trabajado y con un plan de combate definido. Por eso, jugadores como Lombán, Edu Albacar, Fidel o Coro funcionaron como máquinas en la comparación. El equipo de Fran Escribá supo sufrir y se tambaleó con cada embestida, pero saltó al campo sabiendo que debía apretar los dientes y tener paciencia, consciente de que su rival le iba a ofrecer una, dos o más oportunidades. Una pérdida de balón, una falta de atención, un despiste en la marca...Esa es la realidad del Valencia: hace falta poco o nada para tronchar su retaguardia. Después de la aparición de Juan Bernat -lo único potable esta temporada- para obrar el empate, cuando todo hacia pensar que habría arrebato blanquinegro, Fidel, Coro y el novato Cristian Herrera dejaron constancia de la mandíbula de cristal que se gasta el Valencia. Tuya-mía en la frontal, gran asistencia y definición perfecta del recién llegado a la categoría.

Sin respuesta competitiva

Por muy bonito que Parejo, Pabón o Barragán lo pintasen durante la primera parte, el equipo se desmontó en la segunda. Un gran centro de Edu Albacar unido a un cabezazo impecable de Fidel pusieron al Elche en ventaja en el arranque. El estoque final llegó en el minuto 84. Dos instantes que demuestran que el equipo no entró bien y no supo actuar con solvencia conseguido el 1-1. El Valencia no compite bien, ni consigue cerrar su portería, ni golpea en el área rival. Lo demás es músical celestial.

El equipo transita durante los partidos, con más o menos aciertos, sin guía y al mínimo contratiempo va a la lona. No muerde. No rasca. No resiste el pulso con cualquier equipo medianamente organizado: Elche, Espanyol, Valladolid...Al Valencia le ha ganado hasta el Betis y lo próximo se llama Osasuna en Mestalla. El último rival ante de Atlético y Real Madrid.

Tener un plan es esencial. Fran Escribá mejoró el equipo a cada cambio: primero la picardía de Coro, luego el trabajo de Mantecón y al final la sangre nueva de Cristian Herrera. La mezcla perfecta. El saldo para el Valencia es de una victoria en sus últimos siete partidos de Liga. Los números cantan.