«Paco es un futbolista diferente. Tiene gol, lo ha marcado siempre y eso no se olvida. Mira si han pasado jugadores por mis manos, pero haciendo desmarques al primer palo nunca he visto a nadie igual. Fíjate en los dos goles que le marca al Betis. Tiene un potencial enorme. Lo hemos cuidado siempre desde la Federación, sabemos por lo que ha pasado personalmente y que nos lo devuelva así ahora es una alegría». Ginés Meléndez, el Coordinador de las categorías inferiores de la Selección Española, siente devoción por Paco, lo conoce desde que era un niño, lo ha visto crecer y confiaba en que tarde o temprano explotaría. Quienes le han visto marcar goles toda su vida tampoco tenían dudas. Ximo Requena fue su jefe en el CD Monte Sión, Jordi Del Campo su entrenador del Torrent, José Giménez fue la persona que le fichó para el Valencia, Alfredo Pérez fue su primer técnico en el Valencia, Ginés Meléndez quien apostó fuerte por él en Madrid y Vicente Mir quien le inyectó el gen competitivo que ahora tiene. SUPER contactó ayer con ellos. Todos coinciden. Lleva el gol en la sangre.

«En Monte Sión no se habla ahora de otra cosa», asegura Ximo. Él vio a Paco marcar goles cuando tenía cinco años y era el más pequeñito del Prebenjamín. «Paco empezó en prebenjamines con cinco años, era el más jovencito, desde el primer día fue el hombre gol. Sabíamos que teníamos un diamante porque había partidos que metía ocho, nueve o diez goles. Tenía gracia para meter goles de todas las formas». Tras un año de transición en la escuela de Valdez volvió a su pueblo para jugar en el Alevín A del Torrent CF. Allí todavía recuerdan aquel equipo. Jordi, con el que mantiene contacto, era su técnico. «Paco estaba por encima de los demás, pero ante todo era muy buen compañero. Se alegraba por sus compañeros y apoyaba a la gente en los momentos difíciles. Era el ´9´ y aquel año llegó a los 40 goles. Los defensas de la Liga lo conocían, por eso a veces le decíamos que cayera a banda. Sus amigos eran Paco Domingo, Álex Company y Chichi, con los que sigue teniendo amistad. Eso te habla de como es Paco. Un día contra el Alboraia me pidió el cambio. Al minuto me dijo que quería salir porque iba a marcar y lo metió. Ese año nos llevó a ser terceros solo por detrás de Valencia y Villarreal. ¡Eso es increíble! Aunque su mejor partido fue contra el Madrid. Fue en un torneo. Le ganamos 5-3 al Madrid y les metió cuatro goles. El Madrid nos preguntó por él».

Torrent se le quedó pequeño a Paco muy pronto. José Giménez ya le había echado el ojo para el Valencia. «Paco era un jugador que llevaba a la Selección Valenciana alevín y que enseguida supimos que había que incorporar al Valencia. Ese año en alevines, aunque aún no era del Valencia, ya entrenó con nosotros. En verano lo fiché y no nos equivocamos. Paco no es un jugador bonito, no tiene dribling, pero tiene gol y un desmarque y juego a la espalda de los centrales que le hace especial. Sabe esperar y es un jugador que si le buscas le vas a encontrar». José disfruta viéndole jugar ahora. Igual que Alfredo Pérez, su primer técnico en Paterna con el Infantil B y Infantil A. «Recuerdo que se cogió el ´9´ nada más llegar y formó ataque con Bernat y Rober. ¡Menuda tripleta! Metió un porrón de goles. Era el máximo goleador siempre. Con sus goles eliminamos al Madrid en Totana y lo ganábamos todo. Entonces ya tenía gol. Veía la jugada antes que nadie. Tenía el don del gol y la intuición. En diciembre nos pidieron un adelanto del informe y ya pusimos que era jugador de proyección de primer equipo. Tuve una charla que no olvidaré nunca. Yo, como profesor, le pedía un esfuerzo en los estudios y el me miraba y me decía: ´Pero si yo lo que quiero es ser futbolista, Alfredo´. Paco disfrutaba en Paterna desde que entraba por la puerta. Llevaba los petos, los conos, la bolsa de los balones... Se notaba que entrenar, para él, era lo mejor del día».

Paco crecía en fútbol y goles. Vicente Mir también consiguió que creciera en competitividad desde los 16 a los 18 años. «Paco ya era un jugador listo en el área, vivo, con finalización y un desmarque con el que marca diferencias. No tenía un gran uno contra uno, pero también fue un buen pasador. En el vestuario le recuerdo tímido y humilde, pero en el campo era explosivo. Ahora tiene una chispa de velocidad que antes no tenía con 16 años porque era más pequeño. Yo seguramente sea el entrenador que más broncas le he dado, pero lo hice por su bien. Venía de jugar en categorías en la que estaba acostumbrado a pasearse y jugar cómodo y yo siempre le reñía y le pedía competir más y trabajar más. Intentamos inculcarle ese gen competitivo. Le decía que, aunque tuviera definición, tenía que correr y meter el pie». Ahora lo hace. Ha aprendido a competir. Ha madurado. Ha mejorado. Solo una cosa no ha cambiado. Sigue metiendo goles como siempre.