Amadeo Salvo desata pasiones. El presidente del Valencia se ha convertido en el héroe de la afición. El recibimiento de ayer por la tarde es la prueba. Más de cinco mil valencianistas se concentraron en la Avenida de Suecia para recibir al equipo. Lo curioso, por anómalo, es que estaban más pendientes de la puerta cero del palco que de el propio dispositivo que había organizado el cuerpo de seguridad para la llegada de los jugadores. Había locura por el presidente y, sobre todo, ganas de agradecerle su esfuerza y lucha con Bankia para hacer posible el Valencia de Peter Lim. Su entrada el campo fue un clamor. Se llevó la primera ovación de la tarde-noche. Amadeo cruzó desde las oficinas del club al estadio. La gente le ´cazó´, quería tocarle. Como si de una estrella más se tratara. No pudo parar para hacerse fotografías por motivos de seguridad, pero la gente le aclamó y le acompañó al campo entre un pasillo humano a grito de «¡Salvo, Salvo, Salvo!».

El presidente agradeció el cariño de la gente con un saludo. El valencianismo gritaba su nombre y repetía el cántico de la manifestación del pasado miércoles. «¡Queremos un Valencia de Salvo y Peter Lim!». El otro momento gran momento de su llegada al campo se produjo cuando pasó por uno de los balcones de Mestalla. «¡Salvo, saluda, eres la figura!, ¡Salvo, saluda, eres la figura», le cantaban. El presidente, muy atento con la afición, les concedió otro saludo. Amadeo acaparaba todas las miradas. Ya antes de que llegara fue protagonista. Igual que Lim. La afición acudió al estadio blanquinegro con pancartas de agradecimiento para los dos. «Gracias, Salvo y Lim». «Welcome, Peter Lim», decía otra. Una de las más divertidas la portaba una niña. «Love Kim Lim», con dos corazones a los lados. Otra tenía una leyenda emocionante. «Lim, tu sueño es nuestra ilusión». La avenida de Suecia y la Plaza de la Afición, ya llenas, era un reguero de ilusiones.

El valencianismo desafió al calor, la hora y, en medio del mes de agosto, creó un ambiente mágico. Ya solo faltaba el equipo. El valencianismo hizo tiempo a base de cánticos. Se acordaron del banco por el sufrimiento de los últimos meses y, como no, del Real Madrid y del Sevilla. El equipo de Nervión, primer rival del Valencia en Liga, fue objetivo de Mestalla. Nadie olvida los últimos enfrentamientos y las formas. «¡Que bote Mestalla, que bote Mestalla!, ¡Que bote Mestalla!». La calle era una fiesta. Nadie se movió. Todavía faltaba el equipo.

Los primeros en aparecer fueron los canteranos. Los más pequeños se llevaron la ovación de la gente. También tuvo que cruzar en medio de la afición el Mestalla de Curro Torres. Mientras tanto, los coches de los jugadores iban dejando el coche en el aparcamiento del club. No salieron uno a uno por motivos de seguridad. El club quiso que todos los jugadores cruzaran a la vez la Avenida de Suecia. La afición creó un pasillo humano y los jugadores entraron al campo a grito de «¡Valencia, Valencia, Valencia!». Los jugadores, acompañados por Rufete, Fabián Ayala y Joan Salvans, saludaron a los aficionados. Pronto se notó la química que había entre el equipo y la afición. El valencianismo sacaba pecho por su equipo, se acordaba del Barça y del Madrid y cantaba a viva voz: «¡Esta es la afición de un Valencia campeón!». Sin duda alguna, esta fue la mejor forma de empezar la temporada.