Rufete, Nuno Espírito Santo y, prácticamente, toda la expedición arroparon en el regreso desde Sevilla a un abatido Rodrigo de Paul, que padeció en sus carnes una roja directa al minuto de salir al campo en sustitución de Paco Alcácer. Un castigo desproporcionado que dejó al Valencia con un hombre menos a los 67 minutos, obligando al futbolista a salir entre lágrimas del terreno de juego. Era la primera expulsión que sufre un joven jugador que no destaca por el juego brusco.

Entre la expedición nadie ponía en duda la versión del futbolista, una realidad que evidencian las repeticiones en la televisión. La mirada de De Paul estaba fija en el balón y avanzar hacia delante, mientras con el brazo golpeó en la nariz de Aleix Vidal, al que sólo pretendía quitarse de encima porque lo estaba agarrando e impidiendo jugar. Hoy o, a más tardar mañana, el Valencia presentará el recurso al comité de Competición con el objetivo de que la cartulina roja quede retirada y el argentino pueda estar disponible para Nuno el próximo viernes a las diez de la noche para recibir al Málaga. La evidente no intencionalidad del futbolista es la baza que alegará el Valencia para tratar de dejar sin efecto la expulsión. Algo a lo que pueden ayudar las palabras del supuestamente agredido, Aleix Vidal, reconociendo que no hubo mala fe. «No he visto mala intención», dijo después del partido el sevillista en una emisora de radio. Pruebas de las que va a hacer uso el Valencia y sus servicios jurídicos.

Antes de salir de Sevilla, Rufete, mánager general deportivo, y el presidente, Amadeo Salvo, hablaron con el exjugador de Racing de Avellaneda. El jugador se disculpó por la situación, pero insistió en que no tuvo ninguna voluntad de dar un codazo a Vidal. Con el paso de las horas De Paul recupera el ánimo, pero en el viaje de regreso la amargura se mantenía en su rostro serio y cabizbajo. Eso sí, prácticamente en ningún momento se quedó a solas. Al lado estaba un compañero para apoyarle. Especialmente, su compatriota inseparable en estas primeras semanas en el Valencia CF, Nico Otamendi, y otro compatriota, Lucas Orban.

En el vuelo de vuelta la cumbia en los altavoces de la parte de atrás del avión era la medicina con la que Otamendi y el resto de los compañeros buscaron la sonrisa de Rodrigo. El botín de un punto había dejado satisfecho al equipo por la forma en la que se consiguió y el propósito antes de pisar tierra nuevamente en Valencia era que ´Rodri´ se sintiera también parte del logro. Todos ganan, todos pierden. Es uno de los lemas en un renovado y rejuvenecido vestuario. Al aterrizar De Paul bromeó ya con Otamendi y echó una mirada al ´Twitter´. Nuno quedó contento con el trabajo de apoyo del grupo a ´Rodri´.