Este jueves 4 de septiembre no pasará a la historia por el buen partido de la Roja, pero graben en su memoria que fue el día del debut de Paco Alcácer, un futbolista llamado a ser protagonista en la próxima década de los éxitos o fracasos de un equipo en fase de regeneración obligada. Goleador en las categorías inferiores de la selección casi desde niño, quizá predestinado a lucir algún día el ´9´ de España, el delantero de Torrent cumplió en la segunda mitad el sueño y hasta estuvo cerca de levantar los brazos al cielo para dedicar su primer gol, fue uno de sus sorprendentes desmarques aderezado con un excelente balón en profundidad de Isco en el 86, pero no era el día más indicado porque la Roja de marchó de Saint-Denis con el sabor de la derrota y la impotencia de no haber disparado siquiera entre los tres palos.

Del Bosque le había negado la responsabilidad de salir en el equipo titular en este amistoso de alto nivel disputado en París, en el que sí sorprendió, por ejemplo, dejando a Casillas en el banco para apostar por De Gea y crearse un problema para el lunes, porque el meta estuvo bien. A Paco, en cambio, lo puso a calentar tras el descanso. La llamada se produjo en el 64 y el debut se confirmaba en el 66 y 30 segundos de partido para sustituir precisamente a Diego Costa, que se marchaba aburrido de los centrales franceses, de su falta de conexión con el equipo y sin haber olido el gol ni de lejos. Nadie cuestiona que ante Macedonia en el Ciutat volverá a salir con el delantero del Chelsea, en un partido en que los goles y los puntos empiezan a contar de verdad.

La cita importante es por tanto la del lunes, clasificatoria ya para la próxima Eurocopa, pero todas las miradas estaban en esta primera aparición de la Roja tras el desastre de Brasil. El equipo no defraudaría a los más críticos ni tampoco a aquellos que ven la botella medio llena porque dio argumentos para todos, demostró por encima de todo que va a necesitar tiempo para aclararse las ideas y saber a qué quiere y puede jugar en esta nueva etapa y a qué no. En un escenario como el que marca una alineación casi irreconocible, con hasta cuatro debutantes en el que apenas Ramos, Busquets y Fàbregas certificaban que efectivamente estábamos ante la selección de la triple corona, el partido no empezó bien pero a medida que pasaban los minutos iba poniendo cerco al área de Lloris, moviendo bien el balón, con una progresión excelente de Carvajal por banda derecha, buenas incursiones de Cesc por el centro y mejores balones de Cazorla al hueco. Enfrente Francia, un equipo mucho más hecho y ante 80.000 aficionados que exigían revancha.

De no ser por algunas pérdidas de balón que generaban rápidas contras, con excepción de los primeros minutos del choque De Gea habría sido casi un espectador en toda la primera mitad y buena parte de la segunda, que arrancaba con un gol anulado a Benzema. El único válido lo haría Löic Remy en una acción rápida y brillante del ataque francés, aunque algunos jugadores de España se habían quedado parados porque Santi Cazorla necesitaba atención. La Roja, que apenas había mirado portería, mejoró en este aspecto con la entrada de Alcácer, Isco y sobre todo Silva, que disfrutó de una de las mejores ocasiones del partido pero su remate salió rozando el poste. ¿Puede Del Bosque seguir renunciando a Silva en las nuevas circunstancias? También estuvo cerca el propio Alcácer, que en sus minutos hizo emplearse a fondo a la pareja de centrales franceses, Varane y Sakho, que a duras penas y con algo de fortuna llegaron a desviar lo suficiente un balón en el que el delantero se quedaba solo.