Noviembre de 2008. El Infantil A del Valencia viaja a Alicante para enfrentarse al Elche en Liga Autonómica. José Luis Gayà es el delantero. En Fútbol-7 ha llegado a marcar 60 goles en una temporada. El de Pedreguer cree que repetirá en la posición de ‘9’, pero ese día se lleva una sorpresa. Su entrenador, Vicente Castro, le dice que va a debutar en el lateral izquierdo. Salva Ruiz juega de central y el técnico busca profundidad para el carril zurdo. ¿Y por qué no Gayà? José se extraña, había jugado alguna vez cayendo a banda, pero nunca tan retrasado.

Lejos de enfadarse, Gayà asume su nueva posición con una madurez sorprendente. Respeta la decisión, escucha atento las indicaciones defensivas del entrenador aunque las basculaciones y lo de cubrir la espalda le suena a chino y cuaja un gran partido. Ya nunca más nadie le quitará de esa demarcación. Seis años después, SUPER reunió al canterano y a su técnico en Mestalla. Gayà le tiene mucho aprecio porque es el tío de Rober Ibáñez, pero sobre todo porque empezó a abrir el camino hacia donde está ahora. No se cansa de darle las gracias porque, como él mismo dice, «si soy lateral es gracias a Vicente».

¿Qué pasó para que Castro decidiera retrasar su posición? El técnico tenía a Cano y Nacho Gil, pero buscaba más profundidad y Gayà fue el elegido. «Éramos un equipo que siempre atacábamos. Salva jugaba de central entonces y nadie en esa plantilla me daba lo que yo quería para la posición de lateral izquierdo. Fue un partido contra el Elche en Alicante y pensé en él buscando profundidad. Hizo un gran partido. Aunque parecía más un extremo que un lateral porque siempre estaba arriba. Desde el primer día creo que asumió ese concepto de arrancar desde su propio campo». A Castro ya la sorprendió la madurez con la que aceptó el cambio de posición. «Se adaptó perfectamente porque tenía las cosas muy claras.

Quería ser jugador de fútbol y no reparó en tonterías de que si quería jugar en una posición o en otra. Al principio le extrañó jugar en esa posición, pero nunca se enfadó. Para nada. Tenía muy claro que el equipo estaba por encima de todo». Inculcarle los valores defensivos fue lo más complicado. «Recuerdo que le intenté inculcar que no se asustará. Que solo era retrasar veinte metros su posición. Le decía que tenía que seguir sumándose al ataque como siempre, aunque si que le repetía que tenía que saber que ya no era un delantero más y que tenía que cerrar bien y cubrir sus espaldas. Le decía que tenía que estar atento a las basculaciones, a las coberturas, pero él lo cogió rápido. Esa madurez e inteligencia que demuestra en el campo ya la tenía de niño», afirmaba.

Para Gayà, Castro siempre será un padre futbolístico. «Vicente fue el primero que me puso de lateral izquierdo. Él me puso en esa posición y le estoy muy agradecido. Fue cuando era infantil de segundo año. Recuerdo aquel año porque jugué en una posición diferente y porque lo ganamos todo. Yo siempre había jugado de delantero y estaba acostumbrado a meter goles. Alguna vez había actuado en banda, pero siempre en ataque. Recuerdo que me dijo que tenía que retrasar mi posición en el campo. No me lo esperaba, pero lo primero que pensé es que me tenía que acoplar a la nueva posición. Yo estaba acostumbrado a jugar arriba y en ese momento era difícil. Él fue el primero que me dio los consejos para posicionarme y defender», recordaba José Luis. El lateral se adaptó bien por el carácter ofensivo del Valencia de Castro y empezó a asimilar conceptos defensivos. «Tuve la suerte de acoplarme rápido y de que a Vicente le gustara mucho tener la posesión de balón.

Fue más fácil para mí, porque no sufría sin el balón. Fue una situación nueva para mí, pero no había tanta diferencia. Era raro jugar tantos metros atrasado, tenía más responsabilidad defensiva, pero en ataque era parecido. Arrancar desde atrás desde tan pequeño me ha venido muy bien».

Gayà llevó bien hasta el hecho de dejar de celebrar tantos goles. «Para un delantero como yo lo mejor era meter goles. Cuando cambié a lateral seguí marcando, en cadetes aún marqué alguno y en juveniles menos. Ahora disfruto dándolos». Alcácer ya se aprovechó de uno. Desde hace seis años, desde que lo inventó Castro, hay lateral para rato.