No hay justicia en el fútbol español. Rodrigo De Paul tendrá que cumplir los tres partidos de sanción que le restan en Liga por su expulsión en Sevilla. El Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) ha desestimado el recurso del Valencia y mantiene el castigo de cuatro partidos al argentino, que no podrá jugar los próximos encuentros contra el Espanyol, Getafe y Córdoba. El Valencia presentó recurso al TAD después de que tanto el Comité de Competición como el de Apelación rechazaran las alegaciones y el recurso del club con el objetivo de que la sanción de cuatro partidos pasara a ser de dos. El club aportó imágenes entendiendo que la acción debía catalogarse como juego peligroso y no violento, pero el TAD no ha hecho caso. El argentino no podrá volver a jugar hasta la sexta jornada de Liga en la visita a la Real Sociedad en Anoeta. La injusticia con De Paul ya clama al cielo.

De Paul ya sabe desde ayer que tendrá que cumplir de forma integra sanción que le impuso de manera caprichosa el Comité de Competición. El club era pesimista con el fallo del TAD, sin embargo el jugador todavía tenía una pequeña esperanza de que el Tribunal Administrativo del Deporte impartiera justicia. No ha sido así. Los comités de Competición y Apelación hicieron caso omiso al acta del partido y decidieron rearbitrar el partido a su antojo castigando cruelmente al valencianista. Y es que, Del Cerro Grande, en ningún momento hizo referencia a que hubo agresión. Eso es lo que ha molestado más al Valencia. Competición, desde su despacho, decidió sancionar con cuatro partidos a De Paul porque «hay sangre» y esos casos la sanción es de cuatro a doce partidos. Ni las imágenes aportadas en las que demostraban la involuntariedad de la acción ni siquiera las palabras públicas del sevillista Aleix Vidal en las que calificaba la acción de «golpe típico» sirvieron de atenuante. Tampoco importó que Emery reconociera que no cambió a su futbolista por su acción.

Rodrigo está viviendo un calvario particular desde que Del Cerro Grande expulsó al valencianista en el Sánchez Pizjuán cuando ni siquiera había cumplido un minuto en el césped. El argentino se fue al vestuario llorando y cuando llegaron sus compañeros al final del partido él seguía desconsolado y cabizbajo hasta el punto que salió de los últimos mientras el resto se iba duchando. El grupo ha hecho piña con él y le ha ayudado a superar esta pesadilla, pero la procesión va por dentro y De Paul se entristece cada vez que no puede vestirse de corto. Mañana ante el Espanyol tampoco podrá hacerlo. Tiene ilusión por debutar en Mestalla y, de momento, tiene que conformarse con ver los partidos desde el palco de honor.

Lo peor de todo es que los supuestos encargados de impartir justicia en el mundo del fútbol no actúan igual con otros clubes y, sobre todo, otros jugadores. En el club sigue existiendo un sentimiento de agravio y se piensa que si se hubiese tratado de otro equipo como el Madrid no hubiera habido sanción ejemplarizante. El madridista Cristiano Ronaldo, por ejemplo, ya agredió en la cara al atlético Diego Godín en los compases finales de la Supercopa de España y Fernández Borbalán únicamente le castigó con una tarjeta amarilla. Más sangrante fue su agresión a Mtiliga en 2010. En aquella ocasión el portugués le rompió los huesos de la nariz al jugador del Málaga „estuvo tres semanas de baja y tuvo que jugar los siguientes partidos con una máscara„ y el Comité de Competición solo acordó suspender al luso por dos partidos por emplear juego peligroso. Así se las gastan los jueces.