El trabajo está dando sus frutos. Los resultados acompañan y las sensaciones son muy positivas en este inicio de temporada. Nuno Espírito Santo está satisfecho con los primeros meses al frente del equipo, pero siempre quiere más, empezando por el partido de esta noche ante el Córdoba, donde espera contar de nuevo con el apoyo de la afición para hacer de Mestalla un gran fortín esta temporada: «Sentimos que necesitamos a la afición en Mestalla y vuelvo a pedir que llene el estadio porque es muy importante para nosotros, pero nuestro objetivo y concentración es con el Córdoba, un rival complicado». La ilusión que manifiestan los jugadores se transmite a la plantilla, una euforia que el entrenador valora de forma positiva: «El sentimiento de euforia, de alegría y de reconocimiento al equipo es bueno».

El entrenador quiere tener a todos los jugadores enchufados y «buscar un equilibrio dentro del desorden» para seguir sumendo victoria, juegue quien juegue. Hoy habrá rotaciones ante el Córdoba pero la idea del Valencia tiene que ser la misma: «Hay que estar organizados, pelear y buscar el gol para ganar. Nuestra gran obsesión es el gol y ganar». «El sistema se negocia siempre, creo que no es algo que sea una presión dentro del juego, pones un sistema y ves movimientos del jugador con movilidad», añade el técnico sobre las posibles variantes del equipo, que para este compromiso presentará caras nuevas.

Es un técnico exigente pero también que sabe ponerse en el papel de sus futbolistas, que confiesan que transmite con claridad lo que quiere. El luso insiste siempre en la la importancia del esfuerzo en los entrenamientos diarios para engrasar una maquinaria que está funcionando muy bien desde el inicio de la competición y en la que todos los jugadores «sin excepción» están muy metidos. «No hay otra manera de entrenar. El entrenamiento es una herramienta fundamental para el crecimiento. El jugador que no lo entienda así, no cabe», explicó Nuno, que eso sí, renoce que tenía buenos mimbres para trabajar: «Tenemos la suerte de tener buenos jugadores y el privilegio de entrenarles. Insistes en una idea en pretemporada y ahora ves que las cosas se hacen, siguen ajustandose pero el equipo está creciendo y te das por satisfecho pero aun queda mucho». El entrenador es ambicioso porque «el proceso no está acabado, ni nunca lo estará». «Hay margen de crecimiento para nosotros», comentó.

Cada futbolista está demostrando en el día a día su implicación y sus ganas de ser importante en el Valencia para ayudar a conseguir los objetivos: «El carácter de un equipo se alimenta. La comida es entrenar fuerte todos los días y el postre es ganar el domingo». En este sentido, el portugués asegura que está notando el cambio en sus jugadores y lo que antes eran palabras «trabajo, unión, sacrificio, y ahora estamos viendo acciones en las que se manifiestan. Después de las acciones viene el carácter. Más tarde lo alimentas con victorias. No hay cabida a que alguien baje la cabeza porque el compañero que está al lado le dirá que tendrá opción de ser importante».

Una gran familia

La unión hace la fuerza. Para Nuno siempre ha sido una de las prioridades en el vestuario. Los jugadores hicieron piña entorno a Rodrigo de Paul cuando fue expulsado en el Sánchez Pizjuán cuando hacía menos de un minuto que había saltado al terreno de juego, es un ejemplo de esa buena comunión del vestuario. Otro capítulo se escribió en el Coliseum, entonces fue Parejo el que cedió la ejecución del penalti a Rodrigo, que como confesó después «necesitaba marcar». Son detalles. Estos gestos y muchos más. El gran ambiente en el día a día, algo a lo que hizo referencia también ayer Nuno: «Los jugadores están construyendo algo muy bonito». El portugués señaló que dentro del vestuario sus jugadores «se admiran, reconocen sus virtudes, sus defectos, se ayudan, se complementan. Lo que veo todos los días es muy importante. Los amigos que se van haciendo y los gestos que tienen en el campo hacen pensar que están muy cerca de conseguir algo muy importante aquí».