La sequía goleadora es el síntoma principal de la depresión en la que ha vuelto a caer el Valencia. La enfermedad, en cambio, va más allá de una cuestión de efectividad. Desde el miércoles Nuno Espírito Santo y su equipo habían estado preparando a conciencia la manera de detener el peligroso fútbol directo del Athletic. El técnico tenía un plan: Presión arriba, líneas adelantadas, ayudas en las bandas para cortar el suministro a la delantera rojiblanca, concentración y asegurar la salida de balón. "Nuestra obsesión es eliminar a Aduriz", dijo el sábado Nuno. Sin embargo, el plan se fue al traste con un par de golpes.

Por momentos los jugadores cumplieron en el campo con el guión preparado por su entrenador, pero no fueron el bloque que se requiere para ganar grandes partidos. El Valencia pecó de inconsistencia e irregularidad. Espoleados por su público fiel, los leones presionaron en el centro del campo con mucha más mordiente que un conjunto blanquinegro al que le pudo la presión de San Mamés y el clásico empuje del Athletic en casa.

El Valencia de Nuno comenzó la partida táctica con personalidad. Mustafi tomó el mando adelantando la defensa con tal de alejar a Aduriz de Jaume. De todos modos, las pérdidas en la salida y el sufrimiento en defensa de João Cancelo equilibró la balanza con un Athletic que presiona muy arriba. El gol de falta directa de Dani Parejo permitió respirar mejor al Valencia. Sin embargo, el dominio del balón y de los tiempos del partido apenas le duraron al equipo de Nuno, hasta la fecha incapaz de demostrar su superioridad durante 90 minutos. El estilo inglés que desde tiempos remotos ha caracterizado al Athletic arrinconó a un Valencia que empezó a dejarse remontar con una sucesión de córners a la media hora. Álvaro Negredo erró en la prolongación y Laporte se adelantó a Mustafi y Javi Fuego y Orbán para empatar el duelo.

Desde el 1-1 casi todo lo ensayado en Paterna se quedó en el olvido. Después del descanso los blanquinegros quisieron ir a por los leones, pero la vida del Valencia como bloque duró diez minutos, tiempo en el que Negredo perdonó un gol imperdonable. El equipo se rompió, el ímpetu de los locales atrincheró a la defensa en el área de Jaume y once jugadores sin alma acabaron siendo víctimas de la remontada de San Mamés. El Athletic, a lo suyo, acumuló córners e hizo caer en su clásica trampa a un equipo que no supo sobrepasar el pressing alto de Aduriz y Raúl García. Una prolongación del segundo al primero, tras saque en largo de Iraizoz, acabó con una formidable asistencia de ex del Valencia a Susaeta, que definió con la zurda (2-1). Poco a poco el centro del campo se tiñó de rojiblanco. Beñat se hizo con una de las tantas pérdidas del ´trivote´ valencianista y lanzó en vertical para que la pareja de arietes que había que "eliminar", Raúl García-Aduriz, aniquilase totalmente al Valencia. Ganó el Athletic y ganó Valverde en la pizarra.

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