No hubo disputa posible en el Vicente Caderón. En el momento en que el extremeño Gil Manzano señaló el penalti, Dani Parejo ya había abandonado el terreno de juego, por lo que la responsabilidad del lanzamiento recaía esta vez sobre las espaldas de Paco Alcácer. Días atrás, en los instantes finales del partido ante el Málaga, se produjo un malentendido sobre el mismo césped de Mestalla, cuando el propio Alcácer pidió al capitán lanzar la pena máxima que acabó transformando Parejo en el 3-0 definitivo. La escena llamó la atención de los aficionados, que al final dedicaron aplausos al delantero mientras que hubo división de opiniones con el de Coslada por no haberle cedido el honor y la posibilidad de romper su sequía goleadora, siendo que el partido estaba ya más que resuelto. El hecho generó un intenso debate entre la afición que el propio Alcácer quiso cerrar en el vestuario.

Paco Alcácer, después de ese partido con el Málaga, se disculpó de puertas hacia dentro con el capitán, al que con su actitud había puesto en un apuro delante de más de 40.000 aficionados. Quizá por eso, en el Calderón se dio el domingo la segunda parte de esta historia. Corría el minuto 71 de partido cuando Mustafi fue objeto de penalti al ser derribado en el área por Godín. El alemán se levantó a toda prisa, cogió el balón y, cuando parecía que se dirigía al punto de penalti para intentar lanzarlo, se fue hasta dónde se encontraba Paco Alcácer y lo dejó en sus manos.

Una vez más ejerciendo de líder sobre el terreno de juego, fue una manera de decir al joven delantero que todos confiamos en ti para ese lanzamiento en el que, con veinte minutos todavía por delante y 2-0 en el marcador, quedaba depositada culquier esperanza de cambiar el signo del partido y arrancar algo positivo ante el Atlético de Madrid. Alcácer no falló, transformó el penalti con un perfecto lanzamiento hacia el palo derecho que engañó al meta Oblak, aunque sirvió de bien poco porque el marcador ya no se movería más y el Valencia CF saldría derrotado por 2-1.