Entre Gante y Balaídos media un mundo. En un lapso de tres días el Valencia CF osciló entre extremos sin hacer descompresión. Tanto, que la goleada ante el Celta se resuelve en términos difíciles de descifrar para el común de la afición y en las últimas horas se ha convertido en combustible de un catálogo de teorías conspiratorias que giran en torno a la figura del entrenador y que deslizan justo en el centro el concepto de la autogestión como muletilla de fácil recurso. La cuestión, por encima de fantasías, tiene lo suyo. SUPER ha tenido acceso a las interioridades del misterio de Balaídos, un capítulo de reacción sin precedentes. Este es el relato cronológico de los hechos, así se fraguó la goleada de Vigo. El Valencia se presentaba a la cita en medio de un marcado contexto de necesidad, justo después de diluirse en la mediocridad en Bélgica y Nuno, consciente de la situación, señaló en la previa a los jugadores apelando al «orgullo» y al «amor propio» para espolearlos y sacar el encuentro adelante en un arreón por las bravas. No obstante, el técnico no estaba seguro de que aquello fuese suficiente para conseguir el efecto esperado. Ante el temor de que se repitiese un resultado como el de Gante o peor ?lo que hubiese dañado su continuidad al frente del banquillo? Nuno escenificó un cambio en sí mismo.

Mientras la expedición permaneció en el hotel de concentración no aconteció absolutamente nada extraordinario como para activar a los futbolistas, más allá de la típica conjura en un contexto de vibrante necesidad, que en este caso se anudó en torno al eslógan «esto es una situación límite» y «no se pueden perder más puntos». La escena clave en el desarrollo de la trama, sin embargo, se produjo al llegar a los vestuarios de Balaídos. Los futbolistas percibieron desde el primer momento que el técnico se desempeñaba de manera distinta respecto de las últimas semanas y detectaron a un Nuno claramente debilitado, temeroso e inseguro, que tenía dudas hasta de que sus jugadores fueran a ceñirse al plan después de la que probablemente sea su semana más tensa en el cargo. El luso no es un técnico que suela machacar a los futbolistas con charlas al estilo Bielsa o Unai Emery pero ese día era diferente. En lugar de impartir directrices y consignas motivadoras en frío dio un paso y buscó la complicidad del vestuario.

Un ejercicio de comunicación

Nuno incrementó la comunicación y requirió individualmente a algunos de los futbolistas claves, pesos pesados en el entramado del equipo, con la intención de sondearlos, captar sus sensaciones y conocer sus análisis de la situación además de saber qué opinión tenían acerca de su plan. El técnico quería saber si a los suyos, la que estaba proponiendo en la visita a Balaídos, les parecía la mejor propuesta futbolística para ganar el partido. Nuno les tendió la mano y se abrió a alcanzar acuerdos para elaborar una estrategia común, con calado suficiente para implicar a todos, sacar la situación adelante y llegar con oxígeno al paréntesis de la competición. De ese momento salieron conceptos básicos pero que fueron determinantes en el buen funcionamiento del equipo y que resultaron claves para vencer al Celta. Tanto, que ayer al mediodía en el vestuario del Valencia era la comidilla de los futbolistas. Conceptos como jugar con las líneas juntas, hacer un equipo compacto y sin fisuras o mantener la presión adelantada para recuperar el balón en una zona que permitiese generar rápidamente ocasiones y llegar con peligro al área rival deslizaron un Valencia que supo competir y que creció en confianza para golear al equipo revelación de la Liga. Ahora se debe buscar la continuidad.