En apenas dos días, sábado en Mestalla y lunes en Paterna, el nuevo entrenador del Valencia ha tenido oportunidad de comprobar por qué la afición del Valencia es a veces tan exigente con su equipo. Aquello de dar sin esperar nada a cambio queda muy bien como eslogan para el día de la madre, pero en el amor las cosas solo funcionan cuando los dos ponen de su parte, cuando los dos son capaces de dar aquello que el otro necesita, lo espere o no. Si uno coge la frase y la aplica literalmente en el día a día, el desgaste en la relación es inevitable y la ruptura también. A Neville, Gary, ya no se lo tienen que contar. Él mismo pudo impregnarse del ambiente en la noche del Barça, vio lo que es capaz de dar esta afición cuando un equipo hace todo lo que puede y más por ganar un partido, en definitiva cuando la gente se puede sentir orgullosa de cómo han actuado todos los que representan a este escudo. también ha podido escuchar a Gayà decir que «en el minuto 80 estábamos muertos y Mestalla nos empujó», o comprobar que a Danilo apenas le salen las palabras -más por la emoción que por desconocer el idioma- cuando dice eso de «estoy agotado pero miro a la gente y me digo... ¡vamos, vamos!». Y en cuanto a lo de Paterna, en el día de su estreno como primer entrenador de un equipo, poco más se puede decir porque las imágenes hablan por sí mismas.

Todo a favor: el entrenador del cambio

Ya sea porque es un tipo que transmite confianza y se le respeta por ser quien es, porque ha caído bien o simplemente porque para mucha gente nada malo nos puede pasar después de quitarnos de encima a Nuno, Gary Neville no podrá decir que ha entrado mal en Valencia. Todo lo contrario, hoy tiene todo el viento a favor para ser el entrenador del cambio, el entrenador del futuro.

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