Hace justo un año, en las instalaciones de Paterna había dos personas trabajando en pleno periodo de vacaciones de Navidad. Aquella mañana, el silencio podía cortarse con guadaña hasta que comenzaron a brotar los gritos que acompasaban el esfuerzo y algún balonazo que contrastaba una realidad, allí se desarrollaba una actividad frenética. Jaume Domènech trabajaba a destajo con Jordi Sorlí, hoy responsable de la preparación física, para recuperarse de una lesión en el recto anterior que le apartó del terreno de juego durante más de dos meses, circunstancia peligrosa en un contexto líimite, en el que todas sus posibilidades de éxito pasaban por dejarse el alma en los entrenamientos con el primer equipo y ser el futbolista más determinante del Mestalla los fines de semana. El desafío no admitía matices y el ‘Gat’canalizaba sus ganas de revancha cuando salía a entrenar. Lo tenía difícil. Tanto, como que a pesar de sus méritos y de las promesas de Rufete, se había fichado a Yoel para ser suplente de YoelAlves. Detrás de su figura se dibujaba un futuro incierto pero no hay combustible más inflamable que la pasión y la suya retrata un modo de liderar. El fichaje del año.

Se ha tenido que comer el césped pero Jaume se ha convertido en el nuevo ídolo del valencianismo. Su irrupción ha sido explosiva. Sus posibilidades de hacerse con la titularidad eran remotas hace unos meses pero desde el primer tramo de su carrera, en la cantera del Villarreal, ha demostrado que está diseñado para fulminar reticencias. Recuperó la portería del Mestalla y volvió a demostrar a los técnicos que su capacidad de trabajo raya con la locura. Salvó al filial y después acudió a la gira por los Estados Unidos con el primer equipo, donde exhibió su espíritu implacable y su velocidad de reacción. Después, llegaría el verano y pondría un ojo en la playa de Almenara y otro en su futuro. Su ilusión era hacerse un hueco en el Valencia, Nuno lo sondeó y decidió darle salida a Yoel, si bien este se quedaría a una comisión de irse al Rayo Vallecano.

No solo no se marcharía el gallego, acomodado en su rol invisible, sino que se acometería la contratación de Ryan, algo que inflamó la competitividad bajo palos. Y ahí Jaume tiene siempre las de ganar. El portugués apostó por el australiano para los primeros compromisos pero en la segunda jornada, ante el Deportivo, su rodilla cedió. Pasaría por quirófano, lo que abrió un nuevo horizonte en la portería. Era la oportunidad de su vida. Los técnicos veían al ‘Gat’ muy por delante de Yoel pero en esos diez días ambos partirían de cero. La portería estaba en sus manos y el de Almenara aceleró como nunca. Otxotorena dio luz verde y Nuno lo vio claro. Jaume ni siquiera había debutado en Primera pero la apuesta fue clara y decisiva. No se equivocaban.

Impacto en cuanto a puntos

Ni Yoel ni Jaume sabían quién jugaría contra el Sporting. Nuno no se lo comunicaría a los protagonistas hasta dos horas antes del partido. Nadie contaba con ello, pero el ‘Gat’ saldría de El Molinón bautizado como un gladiador. Apoteósico. Sus paradas lo convertían en la sensación de todos los resúmenes de la jornada. Su renovación hasta 2018 se anunció a toda paleta. La inspiración eventual pronto pasó a ser costumbre y ahora, cuatro meses después, la estadística destaca a Jaume como el portero mejor valorado del campeonato, así como de las cinco grandes ligas. El Valencia es el segundo equipo menos goleado y en este aspecto roza los números del Doblete gracias a él. Su contribución se traduce en más de la mitad de puntos cosechados hasta la fecha. Se ha ganado el respeto de sus compañeros y la admiración de todo el valencianismo. Es el guardián de Mestalla. No tiene límites. Su próximo desafío será la selección española.

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