El sevillano aguantó bien la primera hora de partido, pero poco a poco el dolor empezó a ser intenso y, lo más preocupante, comenzaba a ser insoportable. Antonio, con la nariz operada solo tres días antes por su choque con Mustafi, se ajustó la máscara durante el partido. Se tocaba. Cerraba los puños de dolor. A falta de quince minutos ya no podía más. El jugador se dirigió al banquillo para decir que el dolor ya era insoportable. Antonio no quería, pero se vio obligado a pedir el cambio. Gary tuvo que improvisar. Llamó a Rubén Vezo. El portugués ya se estaba preparando para saltar al campo y hacer, de nuevo, de lateral derecho improvisado. Fue entonces cuando Antonio comprendió que no podía abandonar el campo. Que tenía que quedarse porque el equipo había pegado un bajón coincidiendo con la salida del campo de Enzo Pérez. Antonio se lo pensó y rectificó. Se dirigió al banquillo y dijo: «¡Voy a aguantar!». Y así fue. Con mucho dolor en la nariz Barragán aguantó hasta el final y se multiplicó en ayudas a sus compañeros. Un gesto que no ha pasado desapercibido para el entrenador. Neville está encantado con la aportación de Antonio en el lateral. Es su ‘2’ titular por delante de Cancelo al que lo hemos visto más en la izquierda y en el interior con Gary que en su propia posición natural. Antonio no es uno de los preferidos de Mestalla, es una evidencia, algunos podrán reprocharle más precisión en los centros, pero nadie puede poner en duda su profesionalidad. El jueves en Las Palmas dio un ejemplo a todos.