"Todo tiene solución menos la muerte y nosotros no estamos muertos. Damos miedo. Ahora más que nunca. Amunt!", rezaba cada una de las pequeñas pancartas que había preparado Carlos, un seguidor joven, para levantar al ánimo de los jugadores de Mestalla. El valencianista, acostumbrado a ponerse en marcha temprano todos los días, esperó a Neville desde incluso antes de que se produjera llegada de todos los jugadores al centro de operaciones. El técnico británico salió con paso firme del hall en dirección a la sala de prensa pasados unos minutos de las diez de la mañana y lo hacía enfrascado en el mensaje que estaba a punto de transmitir a los aficionados a través de los medios, a los que pediría realizar únicamente preguntas de ámbito exclusivamente futbolístico para poder centrar de ese modo toda la atención en los límites vísibles del terreno de juego.

En ese tránsito, justo antes de alcanzar la puerta del media center, Carlos abordó a Gary para hacerle entrega del mensaje en una pequeña pancarta, este lo saludó cordialmente y se lo dio al director de comunicación, Damià Vidagany, que lo flanqueaba a escasos centímetros. En esos instantes, el entrenador tenía los cinco sentidos puestos en su comparecencia de prensa pero nada más finalizar fue a buscar al aficionado en cuestión hasta dentro de la cafetería. Le estrechó la mano y le dio las gracias por el apoyo. El siguiente paso sería colgar el mensaje en el vestuario para que todo aquel del que depende el futuro a corto plazo pudiera verlo, sentirlo y aplicárselo.

Los futbolistas de la primera plantilla pudieron sentir ayer el impacto de un mensaje lanzado desde el sentimiento más puro de la afición. Lo mandó Carlos como podía haberlo hecho cualquiera. Una acción espontánea pero representativa. A este aficionado, como a tantos otros, le duele todavía la humillación del Camp Nou. A partir del segundo gol, desconectó la televisión. Ya había visto bastante, el guion de esa película iba a acabar en tragedia. No se equivocaba... Por desgracia. El equipo está en un momento muy delicado, ha entrado en una depresión profunda a nivel de resultados y de sensaciones y lo que necesita ahora es que alguien inyecte su fuerza y su pasión de algún modo. Carlos, consciente de cuáles son ahora mismo las constantes vitales del Valencia en este estado que roza la descomposición, necesitaba hacer algo para tratar de ayudar. A la salida del entrenamiento, esperó a los jugadores para hacerles entrega de la misma pancarta. Negredo, Alcácer, Piatti... Lo que no sabía él es que alguno le diría que la acababa de ver. ¿Dónde? Colgada en el vestuario, donde todo el mundo pudiese verla. El mensaje de Carlos llegó hasta el vestuario...Vía Gary.