Un proyecto como el del Valencia CF no es viable sin una masa social numerosa y entregada, un estadio que se llene en cada partido, disfrute con su equipo y lo lleve en volandas hacia la victoria. Sin embargo, los malos resultados y las malas prácticas del club en el último año han provocado un distanciamiento y eso se traduce en menos ingresos por abonos, por venta de entradas, camisetas y merchandising. Influye además en los futuros ingresos por derechos audiovisuales, que también tienen cantidades variables según la clasificación y logros deportivos del equipo así como por imagen de club y pinchazos por televisión. Mucho va a tener que trabajar el Valencia en los meses que vienen porque el aficionado está muy defraudado con lo que ha dado de sí el equipo y con muchas de las decisiones que han tomado los nuevos propietarios.

Precisamente, con la llegada primero de Amadeo Salvo y después Peter Lim el Valencia había logrado ilusionar de nuevo a su afición y generar un clima positivo alrededor del proyecto, algo que se tradujo la pasada campaña en un aumento récord en la asistencia al estadio. Ese clima se fue perdiendo a lo largo de la presente temporada, en la que la imagen de Mestalla no ha vuelto a ser la misma desde el mismo día de la presentación de la nueva plantilla.

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