Los malos resultados están caricaturizando los defectos de los protagonistas. En cuestión de un mes, Luis Enrique ha pasado de gestionar ilusiones a tener que apagar fuegos y ofrecer explicaciones sobre derrotas fuera de guión. En ese contexto, el personaje ha terminado por devorar al entrenador. Así, el líder con autoridad absoluta —no limitada ante la prensa— ha tomado forma de despota ante la crítica. Luis Enrique cerró filas antes de enfrentarse al Valencia en un partido donde la tensión y el miedo se sienten en el entorno blaugrana; lo hizo rearmando aquel célebre discurso vangaaliano: «Interpretación siempre negativa, nunca positiva». Al entrenador asturiano se le puso cara de Louis van Gaal y hasta en seis ocasiones remarcó la importancia del optimismo y análisis positivo frente a la negatividad. Luis Enrique dejó un par de perlas con retranca. Primero, sobre los motivos de las últimas derrotas y la eliminación en Champions frente al Atlético: «Veo que vamos por el lado negativo, pero para mí ya es pasado. No hay sólo un factor, sino varios. No voy a enumerarlos. Afrontamos la derrota con entereza y me centro en lo positivo». Y después, con la respuesta ante los problemas en ataque y defensa: «Repito, me encanta ese positivismo. No esperaba menos de vosotros… de algunos de vosotros. Pero bueno, vamos a intentar hacer más ocasiones para hacer más goles y que nos generen menos para encajar menos goles».

El Barça sigue negando la evidencia, insistiendo en que las últimas derrotas pueden suceder en la élite. Y tienen razón: caer ante Real Madrid y ser superado por el Atlético de Simeone no es un fracaso, más cuando los blaugrana están a seis partidos de renovar su condición de campeón de La Liga y a una final de repetir en Copa. Sin embargo, el problema es la sensación de agotamiento. Las dudas —fundamentalmente sobre la profundidad del manual de Luis Enrique— se han comido a las certezas: la mezcla brutal de Neymar, Messi y Luis Suárez, el equilibrio de Busquets y el genio de Iniesta, por ejemplo.

Liberados para competir

El Valencia se mide a un súper adversario y tendrá que rozar la perfección, pero el momento permite soñar con viejas proezas. Mientras en el Camp Nou se siente la tensión, el equipo de Ayestaran llega libre de presión, con la única obligación de competir bien… pero con la esperanza de repertir —por ejemplo— lo sucedido hace dos temporadas, cuando Parejo, Paco Alcácer y Piatti permitieron al comando de Pizzi tomar el Camp Nou. Comparar a Martino con Luis Enrique no tiene sentido, tampoco las armas de los equipos son las mismas, aunque ha situaciones que las recuerdan: el Atlético, la pausa de Messi…

En sala de prensa, Luis Enrique estuvo a un paso de recuperar aquella célebre intervención de Van Gaal. La realidad es que son dos genios, si bien, no estaría mal que Alcácer, Mina, Parejo, Enzo o Mustafi tomaran forma de Claudio López, Angulo, Mendieta o Djukic. Aquellos héroes del Valencia fueron el azote del Barça de Van Gaal, el peor enemigo de una generación de futbolistas culés entre los que estaba Luis Enrique. Seguramente por eso, el técnico asturiano respeta tanto al Valencia y también lo teme.