El ejemplo del nuevo Valencia tiene 20 años y cara de niño. Ilusión, ambición, entrega... Santi Mina encarna todo lo que ha le ha faltado al equipo en los últimos meses. El gallego es de los que se lo deja todo, de los que compite hasta el final, de los que toca la fibra. Él es la sonrisa de Mestalla y no hay vuelta atrás, ha explotado. Tanto, que el domingo se proclamó como el nuevo ´Piojo´, azote del Barça por definición: hizo que el Camp Nou enmudeciese como antaño. Luis Enrique fue Van Gaal y el Valencia el de entonces. Horas después de batir a Bravo ante cien mil personas sin una mueca de más, como si con él no fuera la cosa, estaba llamado a comparecer en la sala de prensa de Paterna. De forma paralela, alguien trataba de contactar con él con insistencia: su teléfono vibraba, vibraba y vibraba. «Es mi mamá, la tengo preocupada», justificaba con una sonrisa de complicidad. Rita quería charlar con su hijo, al que ha visto hacerse un hombre en su primer año fuera de casa. Ahora está pletórico, imparable, pero no ha sido fácil. Hace unas semanas no lo veía así: «Me llamaba para preguntarme si me encontraba bien, me decía que me veía muy delgado pero le expliqué que era necesario para poder jugar más cómodo. Ahora está más tranquila de verme contento y alegre».

Santi es un jugador fundamentalmente emocional. Sueña con triunfar en el Valencia y ha combatido la falta de horas de vuelo con ilusión, el motor que le ha permitido aparecer incluso en los momentos más difíciles. Está de dulce. Así lo refleja la estadística. En 1.215 minutos de juego acumula ocho goles y tres asistencias. Es uno de los argumentos ilusionantes de la temporada y al tanto en el Camp Nou le siguió un inabarcable aluvión de felicitaciones. Las más destacadas llegaron desde casa: «ver la emoción que tienen y cómo se alegran por mí es lo máximo. El gol es por ellos y la victoria también». Ha costado lo suyo. Tanto, que en el desplazamiento a San Petersburgo de la Liga de Campeones, hace solo unos meses, confesó a sus compañeros que estaba bloqueado... No le salían las cosas. Es joven. Tanto, que reconoce no haber visto los partidos del Piojo contra el Barça, aunque conserva alguna referencia del argentino. «De pequeño veía al Valencia y me parecía un grandísimo delantero, con mucho gol, a la altura de la talla de este club. Siendo tan joven, que se hable de mí y se me compare con él es un orgullo pero todavía queda mucho camino por recorrer», argumenta. Solo él, Claudio y Villa le han marcado dos veces al Barça en una misma Liga.

La Liga no ha terminado

El gallego siente orgullo de pertenencia. «Había que demostrar, este escudo merece que lo representen de la mejor forma y esta temporada no lo estábamos haciendo. Ante el Barça se demostró coraje. Si jugamos con ambición e intensidad podemos ganar los partidos que quedan», indica. La receta es clara y la Liga, aun con la salvación en el bolsillo, no se da por amortizada: «no podemos relajarnos, hay que construir una nueva base».