El Barcelona-Valencia no solo tuvo héroes en el césped. También en la grada. Si alguien estaba convencido de que los de Pako Ayestaran iban a responder contra el Barça ése era él. Cristobal. El aficionado valencianista de Picassent que viajó al Camp Nou en una 'scooter' de 49 centímetros cúbicos de once años. SUPER no solo quiso contar su aventura en el periódico. También fue a su pueblo a recibirlo. 'Tóbal', como le conocen sus vecinos, nos contó algunas de las anécdotas más divertidas de su aventura. Recorrió 771 kilómetros en total superando pueblos y rotondas. Se salvó de un control en Benicàssim. Vio el partido en la zona vip con una pulserita amarilla que le permitía comer y beber lo que quisiera. Estuvo tan cerca del entrenador que dio instrucciones al equipo. Santos le regaló un peto verde. Y celebró los goles por todo lo alto juntos a dos chicas de Xàbia. Pasó más de 16 horas encima de la moto, pero no le importó. "Ver ganar al Valencia en territorio culé no tiene precio". Eso sí, tiene bronca. Cristobal no avisó a su madre de que se iba a Barcelona. "Me voy a por petardos", le dijo. ¡Qué fenómeno!. ¿Y ahora al Santiago Bernabéu? Tóbal no podrá ir a Madrid porque no hay carretera, pero avisa: "A Madrid no puedo ir, no hay carretera nacional. Hay tramos de la antigua nacional 3 están solapados por la autovía y mi 'burreta' de 49 kilómetros cúbicos no puede ir. Pero, si alguien me hace un croquis para ir o alguien me pone propaganda en la moto... yo me apunto.

"Salí el sábado a las 9:30 de Picassent y llegué a las seis de la tarde al hotel del equipo. No cogí nada de tráfico. La vuelta la he vuelto a hacer por la nacional. He salido a las 6:45 y he llegado a Picassent ahora, a las cuatro pasadas. En Benicàssim había una especie de control, pero a mí no me han parado. ¡Habrán pensado, este como no corre a más de ochenta! Además, el tiempo me ha respetado. Por Tarragona que hace aire, pues ni pizca. Al final he hecho 771 kilómetros, entre setenta y cuarenta kilómetros por hora porque la nacional tiene sus cuestas y al 'animalet' —se refiere a su moto— ya le cuesta. La moto cumplirá en noviembre los once años. Lleva 96.965 kilómetros. Me he gastado unos 30 euros en gasolina", dice Tóbal. El aficionado tiene claro que repetiría. "Es para repetir, no tenía ninguna prisa. Iba con tranquilidad, a la 'marxeta'. Cuando podía acelerar lo hacía, si no por el arcén. La carretera está mejor que hace años, ya no pasan tantos camiones, no me da miedo. Ya es la quinta o sexta vez que lo hago y la moto solo se ha roto una vez. La primera parada que he hecho era para quitarme el polar de la falla y ponerme el chubasquero y cambiarme los guantes".

Cristóbal disfrutó en la carretera, pero todavía más en el campo. ¡Y eso que iba sin entrada! "Al final conseguí la entrada a través de Patricia y Voro que son dos bellas personas. También el chófer del club me consiguió otra para un amigo de Barcelona con el que me reencontré después de 34 años. Todos los días no se va a las primeras filas del Camp Nou. Me senté en unos asientos de piel y estaba en zona vip, tenía la pulserita que me permitía comer y beber todo lo que quisiera. Había tortilla de patata, sushi, horchata con fartons, gazpacho... Viví mejor que ninguno. Disfruté como un enano. Estaba al lado del banquillo y empecé a dar órdenes como si fuera el entrenador. ¡Cerrar, cerrar! ¡Vamos, vamos! Estaba muy cerca, tanto que Aderllan Santos me regaló un peto verde. ¿Me das algo?, le pregunté y me lo dio. Salté en los goles como un loco, estaba sentado al lado de dos chicas de Xàbia. En el primer gol no sabía ni quien había marcado. En el 0-2 de Mina ya nos vinimos arriba. La segunda parte sufrimos, pero es normal". Igual que también es normal que le hayan dicho de todos sus conocidos. "¡La gente me ha dicho de todo, pero ahora cuando llegue a casa vendrá lo peor. Seguro que mi madre tiene la maleta preparada en la puerta. Porque no le dije nada. No. Le dije a mi madre que me iba a por petardos, como sabe que me gusta mucho la pólvora. La jefa estará que tirará chispas". Por suerte para Tóbal, es valencianista como él. También estará feliz. Tan feliz como para perdonar la locura de su hijo. Él tenía más que nadie en el Camp Nou.