Camboya sufrió un atroz régimen comunista desde 1975 hasta 1979, periodo durante el cual se produjeron multitud de atrocidades y de las que la actual sociedad aún sufre sus secuelas. Los niños de entonces son los padres de ahora y, debido a lo vivido, hoy en día, además de una penosa existencia en condiciones límite, sus hijos pagan sus males del pasado (violencia, drogas, venderlos, obligarles a trabajar desde pequeños). Los niños deben ir a ?buscarse la vida?? para traer dinero a casa y uno de sus ´trabajos´ es ir al basurero a remover la basura para encontrar plástico y luego malvenderlo fuera del basurero.

Es aquí donde comienza la labor de la ONG, PSE (Por la Sonrisa de un Niño) en francés. En 1995, los fundadores, el matrimonio formado por Marie-France y Christian des Paillères, pudieron observar cómo los niños trabajaban en el basurero en condiciones ?infrahumanas? (pasaban allí todo el día niños desde los tres años de edad, descalzos, y algunos morían aplastados por los camiones, ?durmiendo allí y comiendo restos que encontraban) y, ?a la vista de tanto horror desgarrador, decidieron? ponerse manos a la obra y? ayudarles. ?

C?omenzaron por alimentarles con platos de arroz pero se dieron cuenta que debían hacer mucho más para lograr que dejaran el basurero para siempre??. Por ello decidieron recaudar dinero y construir un colegio fuera del basurero que, con el paso del tiempo, ha ido creciendo y se ha llegado a convertir en una gran ONG, la cual no sólo forma a niños para que puedan acceder a las escuelas, sino que ofrece cursos de formación profesional, guarderías para los más pequeños para que las madres puedan trabajar, trabajo también para algunos padres de los niños e incluso un nuevo proyecto en el que se han construido casas para familias que vivían en condiciones extremas dentro de las ya lamentables en las que viven la mayoría de ellos. Todo ello se produce con una recompensa para los padres, los cuales quieren y necesitan que los hijos trabajen y traigan dinero a casa para poder subsistir. Es por ello que la ONG facilita a cada familia unos cuantos kilos de arroz semanales.

Proyecto por la dignidad

Además de llevar a cabo los proyectos de escolarización, durante el año 2003 se inició el proyecto Summer Camp, programa de continuidad escolar en el que tuvimos la oportunidad de colaborar como voluntarios. Los campamentos de julio y agosto comenzaron cuando se percataron que muchos de los niños tras el verano no volvían a sus respectivas clases, muchos de ellos eran forzados a trabajar durante el verano y, o no tenían la oportunidad de volver porque en casa la idea no era bienvenida, o ellos mismos perdían la costumbre de volver. Es por ello por lo que el Summer Camp está enfocado a la continuidad de los niños en los diferentes centros, pero sobre todo a que disfruten, jueguen, desconecten, se alimenten... en fin, que tengan un día de verano como cualquier otro niño en otra parte del mundo.

Un día normal en uno de los Summer Camp? de PSE? (hay alrededor de veinte por toda Camboya y cada uno con un mínimo de 1.000 niños diarios), empieza con las duchas y desayunos, continúa con los diferentes juegos, se almuerza, se les da de comer, se les deja hacer siesta (muchos de ellos deben trabajar por las noches por lo que su descanso durante el día es necesario), y finaliza con más juegos y merienda ya que es necesario para que acaben el día con fuerzas, porque muchos no tienen la oportunidad de comer hasta el día siguiente que vuelven al Summer Camp.

Al final de cada semana, a aquellos niños que han acudido durante al menos tres días al Summer Camp se les recompensa con un kilo de arroz. Así también se premia también a los padres que no han podido mandar a sus hijos a trabajar para traer dinero o comida a casa, ya que hay que tener en cuenta que la mayoría de las familias viven de lo que los hijos traen a casa después de trabajar. Es una verdadera tragedia.

Durante el Summer Camp unos trescientos voluntarios de España, Francia, Reino Unido, EEUU o Alemania tienen la oportunidad de vivir una de las experiencias más entrañables y humanas, conviviendo con estos niños y consiguiendo que sonrían, que sean felices, que ganen en autoestima y que sepan que pueden llegar como personas tan lejos como cualquier otra.

Visten del Valencia CF

Hace ahora dos años tuvimos la enorme suerte de estar allí durante los meses de julio y agosto. Nos pidieron que no llevásemos más que lo imprescindible de ropa y que el resto de nuestros equipajes lo utilizásemos para llevar ropa nueva, material escolar, ropa deportiva, cosas útiles. La Penya Valencianista per la Solidaritat fue la encargada de proporcionar la ropa deportiva del Valencia CF, pues la dedicación a los más necesitados y el amor a nuestros colores está fuera de toda duda. Por eso, esta fue una gran embajada de ilusión, esperanza, solidaridad y valencianismo. Cargamos con las equipaciones y hoy aquellos niños de los vertederos de Phnom Penh saben leer y escribir, saben de hábitos saludables, se están preparando para tener profesiones u oficios que les den libertad y dignidad personal y colectiva y, además, saben decir... ¡Amunt València! Y saben que nuestro equipo es el mejor del mundo. Estos son ´otros´ que juegan con nuestros colores y nosotros con los suyos€