«Volvemos para quedarnos». Campeón de Segunda División, el Alavés apostó por revolucionar el bloque del ascenso con un lema que ha convertido en bandera. Pleno de ambición, cambió de entrenador, se puso en manos de un nuevo director deportivo, firmó una docena de bajas y fichó a diecisiete futbolistas para potenciar plantilla. Un reciclaje muy potente que tras cinco jornadas está tomando forma de acierto. Empezando por la sucesión Bordalás-Mauricio Pellegrino en el banquillo. El argentino, mucho más maduro como entrenador que hace cuatro temporadas, cuando llegó al Valencia CF, tiene al Alavés compitiendo a lo grande y concretanto un buen porcentaje de sus ideas. El equipo compite a través del trabajo en bloque y la organización defensiva; muchas ayudas, presión inteligente, líneas juntas, enorme despliegue por las bandas, contragolpe, experiencia, hambre. El Alavés de Pellegrino contiene, sabe sufrir sin balón y golpea. No le sobra ‘futbol’ pero sabe mover el balón. Tanto que ya ha protagonizado uno de los campanazos de la temporada: superar al Barça en el Camp Nou (1-2). Ademas, fue capaz de resistir al Atlético en el Calderón (1-1).

El equipo vitoriano no es un bloque granítico y concede ocasiones, no tiene la velocidad del Borussia de Dortmund, no tiene pegada del Bayern y tampoco el fondo de armario de la Juve, pero su equilibrio de fuerzas le ha permitido llegar a la quinta jornada invicto. Sólo ha encajado dos goles (Atlético y Barça) y ha conseguido tres (Atlético y Barça), ante Sporting y Depor ha cosechado dos empates a cero. Cada punto es oro, ya a estas alturas. Pellegrino está confirmando que la etiqueta de ‘alumno de Rafa Benítez’ no le venía tan grande. Es un pensador práctico. Aprovecha al máximo sus virtudes y busca pinchar sobre las debilidades del adversario. Los partidos ante los grandes fueron pura emoción por el contexto, en Mendizorrotza le ha costado brillar más allá de la exhibición en el marcaje estrecho, el físico y la velocidad por las bandas.

Por la izquierda vuelan Ibai y Theo Hernández (arrollador) o Raúl Carnero. Por la derecha van Edgar Méndez y Kiko Femenía. Edgar se ha quedado fuera de las lista para Mestalla, pero Pellegrino cuenta con Katai y Espinoza, incluso tiene la opción de reforzar el centro del campo con otro centrocampista (Daniel Torres, puede ser clave). En los últimos partidos ha interpretado un 5-4-1, con muchos hombres por fuera, punto débil del Valencia. El Alavés es un equipo fuerte en el apartado físico, por piernas, centímetros y velocidad.

Defectos por explotar

Pellegrino tiene jugadores para tocar como Marcos Llorente (clave en la salida y en las ayudas defensivas) o Torres, pero en esencia es un equipo para robar y salir rápido. Aplica la presión según la fuerza o las debilidades del adversario, porque su intención es descubrirse lo menos posible. En ese sentido, el Valencia debe ser inteligente, cerrar las bandas, generar un embudo, entender cuando atacar y cuando morder arriba al Alavés, que no va sobrado de calidad para salir jugando más allá de Llorente… aunque tiene la vía esencial del pase de banda a banda o del balón directo con Deyverson (fundamental en el Camp Nou como referencia y habilitador de la segunda línea). El Alavés ya ha demostrado que no se arruga en los grandes estadios, pero el empuje de Mestalla es único.