Ezequiel Garay se presenta como un refuerzo óptimo para empezar a reconstruir la columna vertebral del equipo y reparar el debilitado eje de la defensa. Por trayectoria, madurez, rendimiento objetivo y calidad, el argentino se presenta como una apuesta segura. Garay mejora, en todos los apartados, a cualquier central de la plantilla, incluyendo a Mustafi. No sólo eso, si el argentino conquista su mejor versión, debe convertirse en uno de los mejores zagueros de LaLiga. Un posición que ya conquistó en el Racing de Santander, justo antes de comenzar un periplo de éxito por Real Madrid (sus condiciones se hicieron evidentes pese a la competencia), Benfica y Zenit, donde ha enriquecido su palmarés, pero ha debilitado su autoridad.

Garay es un defensa completo. Lo hace casi todo bien, con balón y sin balón. No es un diez en contundencia o en velocidad, pero la mezcla de todas sus cualidades físicas es realmente interesante. Más allá de su fuerza en el juego aéreo (llega a hacerse enorme en el área rival), su zancada o potencia en el golpeo, Garay destaca por su lectura y su capacidad para iniciar el juego, en corto y en largo. Ezequiel va a corregir de inmediato uno de los problemas que más ha penalizado al Valencia en las últimas temporadas: la salida de balón.

Visión de juego

Por calidad, Garay va a estabilizar las respuestas del equipo, más allá de las carencias en la mecánica o en la organización. No tiene el carácter granítico de Ayala, no arrolla en el uno contra uno como Otamendi, ni tiene la elegancia de Djukic, pero va a aportar tranquilidad en una defensa que es un flan, tanto a la hora de frenar al adversario como de manejar la pelota, una cuestión básica en el modelo de Ayestaran. Garay debe ser hombre de referencia a la hora de iniciar el juego desde atrás y manejar la posesión con solidez. Seguro en corto (roza el 90% de eficacia) y bravo en largo, sus pases rompen líneas, desequilibran en ataque y muerden sobre la espalda de la retaguardia rival.

Defensa por anticipación

La lectura de juego no se limita a la creación. Garay defiende por anticipación. No necesita ir al suelo o ensuciar la marca porque siempre intenta llegar al balón antes que el adversario. Su premisa es interceptar e iniciar el ataque con seguridad. Fuera de zona y en campo abierto sufre más a la hora de mover sus 186 centímetros de altura, cuando tiene que correr en horizontal no es un marcador infalible, no duda en cerrar la escena con un tackle, pero limita sus imperfecciones cuando todo se desarrolla de frente.

Un atacante más

Garay también multiplica las opciones a balón parado. El argentino es un excelente cabeceador y tiene un cañón en la pierna derecha. Puede rematar o disparar. De hecho, en su etapa en el Racing de Santander fue el especialista ejecutando las faltas (por potencia) y los penaltis. En el curso 2006/07 firmó nueve goles repartidos en siete penaltis, un libre directo y un remate de cabeza.

En diez años de trayectoria en el fútbol europeo, Garay ha sido indiscutible para entrenadores de todos los palos: Miguel Ángel Portugal, Muñiz, Marcelino, contó para Manuel Pellegrini, Jorge Jesus, André Villas-Boas o Mircea Lucescu, con el que ha arrancado la temporada en el Zenit a un muy buen nivel. El pasado sábado ante el Amkar, Ezequiel fue uno de los mejores junto al brasileño Giuliano o Criscito. Llega en forma, tras ganar la Supercopa rusa al CSKA de Moscú (0-1) y liderar una defensa que sólo ha permitido tres goles en cinco jornadas de Premier, con tres porterías a cero. Esa es una magnífica noticia para el Valencia.

Lisboa y San Petersburgo

El paso por Rusia ha diluido la explosión de Garay, que dejó el Benfica en 2014 como uno de los mejores centrales de Europa. En La Luz era un ídolo y junto a Luisão formó una pareja de centrales para la historia: conquistaron todo en Portugal y llegaron a dos finales de Europa League, perdidas ante Chelsea y Sevilla.

En esa última edición, tuvo presencia en el once ideal del torneo y dejó unas semifinales sensacionales (con gol añadido) ante la Juve. Lanzado, su camino hasta la final del Mundial de Brasil también fue de nota alta. Después, apostó (sorprendentemente) por el proyecto del Zenit. En Rusia dejó una primera temporada correcta, ganó la liga con Villas-Boas, pero también se contagió del tono grisaceo y vulgar del equipo. El complicado escenario ruso, donde todos los rivales juegan en modo contragolpe al Zenit, tampoco le ha permitido brillar y sus números (en duelos ganados, interceptaciones, tackles) han quedado lejos de los mejores centrales de la competición.

Oportunidad competitiva

El Valencia es la oportunidad de volver al primer plano, en una gran liga y en un contexto competitivo más acorde con su nivel. Cerca de los 30 años, Garay tiene la oportunidad de reivindicarse. El reto es muy potente. En Mestalla tendrá la presión (añadida) de ejercer como líder y fortalecer un sistema defensivo agrietado. Tendrá que crecerse. Tendrá que recuperar la línea del Benfica. No basta con cumplir.

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