El gran momento por el que atraviesa el Valencia Mestalla se explica a través de varios nombres propios y uno de ellos es el de Antonio Sivera. A las órdenes de Curro Torres, el de Xàbia está experimentando un periodo de crecimiento desde que empezó la temporada. El guardameta, titular en todos los partidos del campeonato, impulsa al filial desde la retaguardia con su personalidad y sus paradas. El pasado fin de semana, sin ir más lejos, volvió a demostrar su potencial deteniendo un penalti que mantenía vivas las aspiraciones del Mestalla en un partido que no finalizó hasta que marcó el Sabadell y que inflama la indignación del filial al respecto de los arbitrajes. Sivera ha pegado el estirón y lo ha hecho gracias a un desarrollo físico, personal y un crecimiento técnico-táctico que se ha fraguado en una temporada de maduración en el banquillo que le ha servido para interiorizar la Segunda B y que toma cuerpo este año sobre el césped, compitiendo en un equipo que carbura a buen ritmo.

Sivera se encuentra en su mejor nivel desde que despuntó en el Juvenil A con un rendimiento que le sirvió para consolidarse como el guardameta titular de la selección española Sub´19, donde fue uno de los pilares para la consecución del Europeo de Grecia ante Rusia. El de Xàbia lidera y lo hace desde el talento. Sus compañeros se sienten tranquilos cuando detrás está él. Su potencia de tren inferior y su agilidad intimidan en el área. El canterano es de esos porteros cuya presencia marca sobre el césped. Necesitaba partidos para desencadenar su potencial y su rendimiento no defrauda. Curro Torres y Rangel miman su progresión y refuerzan su estado de confianza. Del técnico ha aprendido a ser un ganador del día a día: el equipo va a muerte con esa filosofía. La exigencia no se discute y hasta la fecha está dando resultados: el filial es tercero, en puestos de promoción de ascenso, por detrás del Alcoyano (a cuatro puntos) y del Barça B, a seis.

La temporada pasada, pese a su limitado protagonismo, fue clave en su desarrollo. Sivera trabajaba durante la semana con la intensidad y la predisposición del que siente que va a jugar pero cuando llegaba la hora del partido la mayoría de veces el elegido era Álex Sánchez „ahora en el Foggia italiano„, que estaba en su último año de filial y era una apuesta de experiencia. Una gestión de roles y de tiempos que responde a una secuencia deportiva lógica. Sivera puso la paciencia, la prudencia y el trabajo necesario para estar preparado cuando llegara su momento. Ser campeón de Europa no asegura la titularidad en Segunda B y eso siempre lo tuvo presente. Jugó tres partidos al principio de curso, después reapareció ante el Reus y en la derrota contra el Barça B y desapareció hasta las últimas jornadas.

Apuesta a medio plazo

En el banquillo también se aprende y él aprovechó el escenario para salir reforzado. Un aspecto en el que ha mejorado y que explica muchas cosas su mejora en el juego de pies. Curro Torres quiere que los porteros tengan un dominio del balón con los pies, exactamente el mismo panorama que se encontró cuando llegó a la selección. En juveniles, Sivera iba sobrado con los pies pero el salto a Segunda B suponía un desafío, un horizonte todavía por explorar. Comenzó fijándose en el buen juego de Álex Sánchez y lo ha perfeccionado con el trabajo de Rangel. El guardameta, sabedor de la exigencia, cuando jugaba se complicaba mucho menos que en el Juvenil A o en la Youth League. Curro le dio libertad para tocar, para equivocarse y para mejorar, algo que le ha servido para liberarse y relanzar su proyección para convertirse en un portero de los pies a la cabeza. Los técnicos detectan en él un portero con potencial de primer equipo a medio plazo.