En 2000 el Valencia CF recibió del Inter 18 millones por él. Tres años antes, el ‘8’ de La Torre debutó con Valdano y creció con el ‘general romano’. A los 38 años, retirado desde 2014, destaca la disciplina del equipo en 1997 y confía en la reacción de los pupilos de Prandelli.

¡Buenos días! ¿Dos años después de haber colgado las botas cómo le va la vida a Javier Farinós?

Ahora mismo me pillas saliendo de una clase de pilates. Intento invertir mi tiempo. En cuanto al fútbol estoy formándome y sacando los títulos de entrenador. Sobre todo, por poder experimentarlo y tener la titulación. He completado el primer nivel, he hecho las prácticas en el Villarreal CF, y ahora espero a comenzar con el nivel 2. Más que nada por ampliar conocimientos, no creo que me vaya a dedicar a entrenar... En el fútbol nada puede igualarse a ser o haber sido jugador. Todo lo demás me sabe a poco.

Usted jugó hasta que le aguantó el cuerpo. Debutó en el Valencia CF a los 18 años, ganó títulos, disputó una final de Champions, fichó por el Inter y pasó por los mejores clubes de la Comunitat. ¿Supongo que no se quedaría con ganas de más?

¡No! Incluso, creo que apreté demasiado. Lo he reflexionado después de la retirada y los últimos cuatro años de fútbol para mí fueron un querer y no poder. Disfruté hasta los 31 años y, a partir de ahí, mi cuerpo no daba lo que yo pensaba y fue siempre a trancas y a barrancas. Lesión tras lesión, para disfrutar un mes o dos tenía que sufrir siete u ocho. El futbolista no quiere verlo hasta que el fútbol ya te tira de una patada.

¿Ahora lo añora?

Del pasado no me acuerdo mucho, sé que me he divertido mucho y he amado el fútbol, pero realmente ahora no lo hecho de menos, ni pienso en lo que fue. Mi vida diaria es disfrutar del tiempo, hacer lo que uno realmente quiere e ir formándote porque nunca sabes dónde vas a parar. El mundo del fútbol va deprisa y, si no te enganchas a su ritmo, te quedas atrás.

¿Cómo lo vive? ¿Por ejemplo, está al tanto de la actualidad del Valencia CF cuando el tiempo lo permite?

La verdad, ni del Valencia ni de ningún equipo. El año pasado cuando estaba con Taja en la selección valenciana sub’16 sí veía mucho más y estuve enganchado a ver fútbol. Veía mucho fútbol para la sub’16, me apetecía ir a verlo, pero este año aún no he ido a ningún estadio, lo que más he visto son partidos de infantiles y cadetes. Eso sí que me gusta.

¿Desde esa cierta distancia, un exjugador sufre a este Valencia que en las últimas dos temporadas está lejos del lugar que le corresponde?

Sí que te da pena ver la situación, pero cuando se sufre mucho es viviéndolo desde dentro. Fuera se puede decir lo que se quiera, pero no es el mismo sufrimiento porque la responsabilidad no existe. Opinar es muy bonito... Yo entiendo al futbolista. Los del Valencia son buenos jugadores y confío en que las cosas van a mejorar. Sin embargo, lo extradeportivo no me interesa, sí lo que siente el jugador, porque lo he pasado sé que lo están pasando mal en esta situación. Muchas veces, el fútbol es un estado de ánimo. Cuando el equipo funciona eres feliz y cuando no lo acabas pagando con tu vida diaria. El sufrimiento del jugador es grande, aunque la gente piense que le da igual. No es verdad.

Entre los problemas que envuelven al club al aficionado lo que más le preocupa también es el fútbol, los resultados en el campo. Por encima, de otros como el estadio, la multa de la UE o la falta de un patrocinador.

Sí, pero cuando el Valencia iba tercero con Unai Emery me acuerdo de ir a ver algún partido y la gente no estaba contenta, chillaba al entrenador. El aficionado nunca está contento. Es verdad que se puede estar mejor, pero en el fútbol o en la vida se puede también estar peor y uno debe aprovechar y disfrutar sus momentos. Hay que saber que los momentos buenos y malos se suceden... Yo entiendo a la afición, pero siempre me pongo en la piel del jugador. Por ejemplo, han pitado a Parejo, al ‘10’, y a mí me parece un pedazo de futbolista, hace cosas complicadas de hacer, aunque lo que la gente entiende es que el equipo no va primero o segundo.

Quizá, la afición comprobó a finales de los 90 y principios de 2000 que se puede ganar títulos o competir con los mejores, ¿no? Quieren revivir lo que ofrecieron jugadores entre los que estaba Farinós.

El fútbol son momentos, nosotros vivimos un momento muy bonito. Y luego vino otro mucho mejor y se disfrutó mucho más... Ganar ligas, copas, UEFA, eso es algo muy difícil de conseguir. Para la gente eso es lo que se queda en el tintero y piensa que siempre va a ser así, y eso es muy complicado. Hay 20 equipos y cada aficionado cree que el suyo es el mejor y encima tiene derecho de llegar allí, pagar y verlo ganar siempre. Me pongo en la piel del aficionado y también lo comprendo, esa es la locura del fútbol, lo que lo diferencia.

A estas alturas el Valencia CF no estaba tan mal en la Liga desde los inicios de Claudio Ranieri. Farinós estaba en un grupo que supo reaccionar y acabó creando el equipo campeón que vino al año siguiente en la campaña 98/99. ¿Qué recuerdos guarda del míster italiano?

La temporada anterior debuté con Valdano y Claudio siguió apostando por mí. De lo que me acuerdo, porque tampoco tengo mucha memoria, es que con Ranieri también vivimos un partido en San Sebastián donde se ganaba o parecía que la cosa podía acabarse. Marcó Mendieta y casi ni lo celebró por lo que podía pasar. A partir de ahí el equipo resurgió. Mis recuerdos de Ranieri son muy positivos. Con 18 ó 19 años quieres absorberlo todo y lo que dice el entrenador lo haces y punto. Si el entrenador dice que hay que estamparse contra la pared, lo haces y ya está. Nosotros le hacíamos caso a Ranieri porque no quedaba otra. Era un grupo lleno de jóvenes: Angulo, Albelda, Gerard, Juanfran, Soria... Y había más jugadores jóvenes, hacíamos caso, íbamos a lo que nos decía. Además, veíamos que a Romario y alguno más los puso en su sitio. El jugador al final lo que quiere es jugar, hacer caso y que las cosas vayan bien.

Cuando dice: "Íbamos a muerte con Ranieri porque no teníamos otra...".

No, no, que al jugador le da igual el entrenador que esté, quiero decir que lo único que busca es jugar y seguir creciendo, independientemente de quien mande en el banquillo. Llega un momento en que si el jugador empieza a pensar mucho al final la cosa se lía porque son 25 cabezas, 25 maneras de jugar... La clave es que lo que diga el entrenador vaya a misa e ir todos juntos hasta el final.

Pero el que llegó tuvo el coraje de decirle "no" a Romario, a Ortega, a Carioca, etc. Y confió en jóvenes o jugadores con más ambición y menos currículum.

Eso pasó en esa época. Eran los jugadores que el tenía para elegir, Ranieri dijo "de aquí cojo y de aquí no". Él vino como Prandelli, también por una destitución. En esos contextos los técnicos deben adaptarse con lo que tienen y elegir, luego ya pedirás. Él lo hizo y salió bien; en definitiva, son los resultados los que mandan.

¿Cree que tenían los liderazgos y la identidad con el club de jugadores de la casa que hoy puede faltar?

Esas cosas yo no las veo así. ¿Identidad? Al final sale a jugar un bloque de jugadores, un círculo cerrado entre entrenador, cuerpo técnico y jugadores. Al final todo es eso. Como jugador ni estás pensando en identidad ni en los aficionados, sólo en hacer bien tu trabajo. Si se logra un buen bloque, si las personas en el vestuario se gestionan bien, todos tiran en una dirección, ganar partidos y sumar puntos, se está arriba.

¿Y, por entonces, en la temporada 1997/98, quiénes tiraron del carro?

Milla, Djukic, Carboni, Angloma, más tarde, Cañizares. Los veteranos, también Mendieta y el ‘Piojo’ aunque eran más jóvenes. Ahí los canteranos éramos los de "ver, oír y callar". Todos tenían voz y voto y no hablaba más uno que otro, y los jóvenes hacíamos lo que decían los mayores. Lo que nos importaba a nosotros era jugar. Pasamos por nuestras crisis y se resolvían. No pasaba nada. Cuando hay una crisis y vas bien no se magnifica tanto.

Una de las virtudes que tenían también era la de saber con claridad a qué jugaban. Un estilo definido.

¡Sí! Nosotros jugábamos al contragolpe y lo teníamos muy bien entrenado, muy bien definido, porque para jugar así hay que entrenarlo mucho y tener jugadores especiales. La combinación arriba entre Angulo y el ‘Piojo’ López hacía mucho daño y teníamos un lujo como Adrian Ilie.

Ilie, acertado fichaje de invierno.

Por eso, tienes que tener suerte y acertar, por ejemplo, con el que venga en invierno, que esté preparado físicamente y se adapte rápido. No es nada fácil llevar un club, un equipo de fútbol.

¿De entre los mayores, quién estaba más cerca y pendiente del aprendizaje de Farinós?

Por encima de los títulos y los partidos, yo me acuerdo con cariño del ambiente positivo del vestuario, de las risas, con Carboni, con Anglomá, con Djukic, también más adelante con ‘Cañete’, Palop y los chistes de Pellegrino. Los jóvenes nos íbamos a jugar a cartas, con David (Albelda),Téllez, Juanfran, Angulo, etc. Recuerdo reírme con todos ellos, ahora veo por los campos a Sánchez, Carboni o Björklund y de aquellos momentos sí se siente un poco de añoranza, pero no de los títulos o lo buenos que éramos.

De vuelta a la actualidad. ¿Qué prevé de este Valencia CF de Cesare Prandelli, podrá reaccionar como hicieron ustedes con Ranieri?

Yo soy optimista, mi deseo es que el Valencia CF siempre esté bien.

¿Es el club que más le marcó?

Sí, realmente, ha sido un recuerdo precioso. Es el equipo de mis inicios, jugué en el equipo de mi tierra, eso era la ilusión de toda mi vida y la pude cumplir. Sin duda, el Valencia es el mejor recuerdo que puedo tener en el fútbol. Luego me lo he pasado muy bien en el Hércules.

¿Hubiera cambiado algo en su carrera, quizá, esos días en los que aceptó la oferta del Inter y dejó el Valencia en 2000?

No, para nada. No me arrepiento de nada en mi carrera. Me quedo con lo que he vivido, con las lesiones que he tenido, con lo mal que lo he pasado porque son situaciones que te hacen crecer como persona, que cuando acaba el fútbol se queda la persona y no el futbolista, y eso lo más importante.