Pasan los días y sigue la polémica. Y sigue siendo el FC Barcelona quien la aviva. El club catalán está entre la espada y la pared y no hay día que no eche leña al fuego. Le conviene. Los señalados ante el mundo son sus futbolistas porque las imágenes de Neymar y Messi insultando y desafiando a la grada han dado la vuelta al mundo. En clave interna no cabría esperar otra cosa que un escarmiento, público o privado, a unos jugadores que van por ahí insultando a las aficiones rivales porque evidentemente no es la mejor manera de promocionar a un club de fútbol. Esto se entiende mejor si se analiza en clave publicitaria, ¿habrá gustado a las marcas que promocionan a Messi y Neymar ver cómo celebran goles insultando a los posibles compradores de sus productos? ¿Quién quiere asociarse a alguien que dice ´iros a tomar por culo´ a sus potenciales clientes?

Tirar una botella a un futbolista es muy feo, denunciable y despreciable, y ahí está la sanción del Valencia, que le ha quitado el carnet de socio de por vida al individuo en cuestión, pero nos guste o no, el aficionado es una persona anónima que no se vende ante el mundo como ejemplo de nada para que le compremos aquello que promociona, en otras palabras, no vende camisetas, golosinas, zapatillas o botas de fútbol por lo bonito que es. En cambio, Neymar y Messi son la imagen del FC Barcelona, y ahí está la gran paradoja del club azulgrana, que todo el mundo ha visto a estos iconos del deporte mundial comportarse de manera sancionable, pero se ve obligado a defenderlos aunque sea atacando a otros equipos, que es lo que, por otra parte, hizo ayer Luis Enrique. El que faltaba por hablar sobre lo que pasó en Mestalla: «Ya me he pronunciado al respecto. No quiero echar más leña al fuego. Lo único que puedo decir de la actitud de mis jugadores es el premio que nos llevamos año tras año al Fair Play. Tratamos de no lesionar, jugamos al fútbol, no a dar patadas. Año tras año, el equipo con menos tarjetas y el que menos gestos antideportivos tiene».

Detrás de esta defensa casi dogmática se esconde el enorme poder de los jugadores, y una especie dictadura interna que vive el FC Barcelona con Messi como mandamás. Neymar y Luis Suárez son intocables porque son sus grandes amigos en el vestuario. Ofender al uruguayo o al brasileño es ofender a Messi, y ofender a Messi es demasiado ofender. En otras palabras, el club no se puede permitir que se sientan o digan que están desprotegidos y va al TAS, al Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo o a protestar ante Letizia Ortiz si hace falta, con tal de que el argentino y su gente estén tranquilos. ¿Cómo va a sancionar o a amonestar públicamente el Barça a Messi y Neymar por insultar a alguien si los que gobiernan el club están en sus manos? En otras palabras, ¿cuánto duraría Bartomeu en el cargo si un día Messi escribe en redes sociales que no se siente respaldado y defendido por los dirigentes del Barça? ¿Cuánto duraría Luis Enrique si el argentino insinúa o detecta que el entrenador no defiende a los futbolistas? Sin Puyol, en el vestuario del Barça las normas las pone Messi. Y Luis Enrique sale a defender a sus jugadores diciendo cosas que sabe que le van a explotar en los morros porque no puede luchar por Liga, Copa y Champions si no tiene de cara a los tres de arriba. Le da lo mismo si un periódico como SUPER le recuerda que su jugador Luis Suárez muerde a rivales o agredió a Abdennour en Mestalla, solo piensa en que no se enfaden los que de verdad tienen el poder en el club, en el entorno y en el vestuario. En definitiva, que nadie tiene la suficiente autoridad moral ni poder en el FC Barcelona para decirle a Messi que eso de insultar a la afición rival está muy feo. Todo lo contrario, lo defienden de manera dogmática porque saben que en la medida en que él gane partidos y títulos, ellos seguirán en el club.

En cambio, le preguntan por la lesión de Iniesta y Luis Enrique hasta parece humano y menos dogmático: «Las lesiones forman parte del fútbol. No creo que el jugador que le lesionó tuviera mala intención. Iniesta es un profesional íntegro y solo pensamos en su pronta recuperación y que vuelva a jugar cuanto antes». Confirmado, Iniesta no es como Messi y su entrenador lo sabe. Cuando habla de Andrés baja el listón de la tensión. Nada de lo que diga le puede pasar factura...