Probablemente Abdennour posea la personalidad más insondable de todas las que forman el vestuario del Valencia. Aymen es como es. En los desplazamientos prefiere ir solo a acompañado, un aislamiento voluntario que acompaña de unos auriculares enormes y normalmente parapetado tras la visera de una gorra de béisbol. Apenas media palabra con sus compañeros. Las justas. Si uno analiza el lenguaje no verbal del tunecino probablemente piensa que está ante un alien respecto del resto de actores que conforman el día a día del Valencia cuya contribución al equipo se limita únicamente a los límites visibles del terreno de juego. Lejos de lo que la gente pueda pensar de él, Abdennour está enchufado y en privado asegura que no solo no contempla una salida en el mercado sino que quiere seguir y ganarse el protagonismo que nunca tuvo, ni siquiera en su primera temporada, cuando fue titular durante la mayoría de partidos, si bien considera que la afición, en un contexto de alta tensión, focalizó gran parte de las críticas en una defensa que estaba en proceso de formación. Desde hace unos días las cosas han cambiado para él. El tunecino es el gran beneficiado por la variación táctica introducida por Prandelli, que ha optado por cambiar el sistema de juego y protegerse con tres centrales.

El 5-3-2 engancha a Abdennour. El técnico le ha dado la confianza suficiente para reforzarlo, un paso clave para recuperar el buen rendimiento que mostró en el Mónaco, especialmente en Liga de Campeones, en la temporada antes de aterrizar en Mestalla. Aymen volvió a la titularidad en Sevilla y tras 61 minutos sobre el césped Prandelli lo retiró para meter a Munir. Sintió que no eran suficientes. Quiere convencer y su gesto fue de rabia. Se sentó en el banquillo y en lugar de lamentarse o desconectar se pasó todo el partido, hasta el pitido final, metido en la acción como si siguiese estando sobre el césped, comentando cada jugada, protestando cada acción e incluso ayudando con indicaciones. Un monólogo entonado en su idioma que acompañaba con una coreografía frenética de aspavientos. El zaguero está metido y asume este cambio de juego como un reto para alcanzar una mayor cota de rendimiento y ajustarse a las expectativas de su fichaje. Su espíritu de superación y compromiso por mejorar se palpan también en una situación que ocurrió durante el regreso a casa tras jugar ante el Leganés.Leganés

En su teléfono móvil

Durante los cuarenta minutos que duró el trayecto de vuelta en avión desde la capital hasta el aeropuerto de Manises, el tunecino estuvo repasando todas y cada una de sus acciones protagonizadas en el partido, tomando nota de lo bueno y de lo malo para mejorar. Una buena manera para ser consciente de qué debe hacer para progresar y cumplir su objetivo de asentarse en el Valencia ofreciendo una garantía de rendimiento. Y es que en su teléfono móvil, después de cada partido, recibe un resumen de siete u ocho minutos que le prepara una persona de su confianza, absolutamente ajena al club. Esta persona se lo envió justo antes de subir al avión y no apartó la vista de las imágenes hasta el momento del aterrizaje. Abdennour quiere ser importante.