El Valencia está de luto. El asiento 162 de la fila 15 de la tribuna central preferente llora la vida de su dueño. Nos ha dejado uno de los valencianistas más fieles de la historia. Alguien a quien ni siquiera la pérdida de la vista que sufrió hace cuarenta años le privó de ir a Mestalla y disfrutar de la gran pasión de su vida, el Valencia Club de Fútbol. Era Vicent Navarro Aparicio. El socio número ocho del club. El lunes falleció a sus 89 años de edad, pero siempre quedará en el recuerdo como el aficionado que iba al campo a pesar de su ceguera para «sentir los partidos» en compañía de su hijo mayor Vicente. Superdeporte se puso este martes en contacto con él para rememorar el valencianismo de su padre. Él sí sentía la camiseta. Y mucho.

El bueno de Vicent era tan valencianista que podía presumir de que se había caído a la acequia de Mestalla, la que dio nombre al estadio. Por suerte, no le pasó nada. Cumplidos los veinte años se hizo socio del Valencia, formó una familia y empezó a viajar con su hijo Vicente. «Solo tenía nueve años y me llevó a Madrid a la final de la Copa del Generalísimo de 1967 que le ganamos al Athletic. Fuimos con el Seat 600. Ni siquiera me acuerdo de las horas que tardamos en llegar». Una operación de cataratas, problemas en la córnea y un desprendimiento en la retina que provocó una hemorragia le dejó ciego hace casi cuarenta años. La pérdida de la vista le hizo aún más valencianista. «Seguimos yendo a Mestalla a pesar de su ceguera. El disfrutaba con el ambiente y yo le iba contando los partidos. Así vivió las Champions que llegamos a las finales y las ligas de Benítez. El día del Lazio nos dejamos las entradas y los chicos nos dejaron pasar... todos conocían a mi padre. Él no soportaba a los aficionados del Madrid y del Barça. «Un día en Mestalla marcó el Real Madrid, escuchó que mucho gente lo celebró, se levantó de su butaca y grito: ´Però quants burros hi ha ací hui?´ El tenía una frase que repetía mucho que era ´Visca el Barça i el Madrid, però visca ben lluny i dels dos ulls´. Nunca se me olvidará», recordaba ayer emocionado su hijo mayor. Vicent disfrutaba en Mestalla. Solo allí seguía los partidos del Valencia. En la televisión lo hacía hasta 1993. «El día del Karlsruher fue su último partido que vio ciego por televisión. Dijo que nunca más y por eso solo iba a los de Mestalla». Era, es y será su casa. Para siempre. Descanse en paz, Vicent.