Carlos Soler fue recibido por el aficionado a lo grande. Mestalla llevaba tiempo reclamando minutos de verdad para el canterano y el partido de Copa ante el Leganés sirvió el contexto perfecto. Prandelli se atrevió por fin. Había ganas de ‘examinar’ al centrocampista, vista la respuesta frustrante de los mediocentros del primer equipo y del buen rendimiento del valenciano en el filial y en la pretemporada. El canterano superó las expectativas: 16 pases (sólo dos imprecisos), un gol provocado, siete recuperaciones, cuatro balones cortados, dos disparos, un duelo aéreo ganado, cuatro regates con éxito y tres faltas forzadas. Casi cincuenta intervenciones. Dejó números muy buenos para media hora. Lo hizo casi todo bien y reclamó más minutos, más oportunidades, confinza y continuidad. Prandelli tiene en su mano la solución y el tipo de apuesta.

Más allá de la clasificación, Soler fue la mejor noticia de la eliminatoria.Su participación mantuvo una línea ascendente y generó un efecto positivo en la sala de máquinas, compañeros como Mario o Medrán agradecieron sus maneras. Buena lectura de juego, con y sin balón. Intensidad en la recuperación. Atrevimiento para verticalizar y buscar la profundidad. Soler plasmó el discurso que tanto reclama Prandelli. El canterano ayudó en la construcción y también a la hora de recuperar la posesión o librar las segundas jugadas. Todo, con una naturalidad tremenda. En su debut oficial, unos días antes en Anoeta, ya dejó su sello: en su primera intervención condujo el balón hasta la frontal, abrió a la derecha y se incorporó al área para buscar el remate. El abecé del fútbol. tan fácil... y tan difícil. El contexto competitivo era más complejo. Tuvo 10 minutos y no se arrugó. Todo lo contrario que jugadores como Danilo , Zuculini o Filipe Augusto, devorados por el peso de la camiseta o por el contexto devastador del club.

Carlos tiene el fútbol en la cabeza y sabe lo que supone defender el Valencia. En todas sus categorías. En el primer balón que tocó (minuto 59), recibió de espaldas, se giró, realizó una conducción y puso un pase al espacio para la carrera de Munir, que terminó en centro. Esa misma maniobra la calcó cuatro veces más, buscando a Rodrigo o Mir.

La tendencia advertía un empate, incluso una derrota por la mínima. Soler recicló tendencias y produjo un efecto positivo. Limpio de coco para competir, tiró del Valencia -que en esta situación es mucho- y quiso ganar el partido. El gol del triunfo tiene su origen en la buena presión de Rodrigo y Mario sobre Mantovani, Medrán limpió el balón ante Rubén Pérez y después llegó la ruptura en diagonal de Soler. Herrerín repelió el disparo y Rodrigo firmó el 2-1. En el último minuto, hubo una falta en la frontal que Mestalla terminó pidiendo para él.

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