Cesare Prandelli está ante la revolución más compleja y difícil de los últimos años. El Valencia debería actuar durante las próximas semanas reproduciendo un protocolo de estado de emergencia: coherencia, responsabilidad, profesionalidad y determinación en la toma de decisiones. Propiedad, ejecutivos, dirección deportiva, cuerpo técnico y futbolistas deben aparcar los egos y trabajar en una dirección única porque el descenso es una amenaza concreta. No hay margen de error. El mercado de invierno ofrece una oportunidad de cambio en la que todas las partes deben volcarse para hacer catarsis: liberar lo sobrante es esencial; tanto como los refuerzos. La clasificación extrema, la involución sin freno de los últimos años, el perfil desigual en la composición de la plantilla, la sucesión de cuatro entrenadores tan distintos, la debilidad del club... La situación puede catalogarse de ´tormenta perfecta´.

Ranieri (1997/98), Ernesto Valverde (2012/13) o Juan Antonio Pizzi (2013/14) tuvieron un contexto mucho más favorable para rearmarse y reaccionar. No hay comparación. Incluso en el año del último descenso (1985/86), el tejido competitivo parecía más fuerte. Sempere, Arias, Voro, Quique, Tendillo, Giner, Robert, Fernando, Arroyo, Subirats? Pese a los nombres y el regreso de Di Stéfano, para dirigir las últimas 12 jornadas, no hubo remedio ante adversarios que sí se levantaron como Racing, Osasuna o Las Palmas. Aviso total porque Granada, Osasuna y Sporting están mucho más acostumbrados a partirse la cara en el barro.

Los errores de Koeman

El momento procura sensaciones y destapa situaciones que recuerdan al concurso de Koeman (2007/08), con algunas diferencias determinantes. La principal, la categoría de la plantilla. Aquella, contaba con David Villa, Juan Mata, Raúl Albiol, David Silva, Marchena, Edu, Joaquín, Morientes, Rubén Baraja, Moretti... La ´forma de hacer´ fue transgredida y los códigos, violados; pero el modelo no estaba aniquilado, como ahora. Aquel grupo ganó la Copa, aunque sufrió hasta las últimas jornadas para salvarse, recurriendo Voro. Hoy, la escena es devastadora. No hay referencias, las figuras con credibilidad escasean, cunde el desarraigo, no existe el sentido de pertenencia (salvo excepciones), el proyecto es percibido como un sinsentido por la gente de fútbol y todo lo que entra termina desconfigurándose. Sucede con jugadores y entrenadores.

Prandelli también debe transmitir firmeza. Su propuesta y su discurso resultan poco reconocibles. El toque de Valverde y la pizca de Ranieri que presagiaban su advenimiento no han emergido. Su sello no se siente, por desconocimiento del medio o por infertilidad. El italiano hace bien en marcar una línea en los refuerzos y reclamar entrega absoluta, pero más presión es justo lo que no necesita esta bomba.

El consejo de David Villa

La visita del ´Guaje´ a Valencia hace unos días ha servido para recordar lo vivido hace nueve años. Desde la lógica, Villa insistió en la importancia de recuperar Mestalla, de valorar al aficionado y de «revertir la situación entre todos». Las expectativas son un arma de doble filo. En 2007 terminaron con la destitución de Quique Sánchez Flores en la jornada 9, con el Valencia en zona Champions. Ronald Koeman asumió el mando dos jornadas después con una consigna: liderar una intervención radical -mal calculada- sobre la médula del vestuario. El neerlandés extirpó a campeones como Cañizares, Albelda y Angulo, pero no pudo sacarlos de la plantilla. Koeman se quedó solo, sin autoridad para completar la revolución y sin los resultados mínimos. Conquistó la Copa ante el ´Geta´, tras eliminar a Atlético o Barça, y apostó decisivamente por Juan Mata, pero el equipo terminó peleando por salvar la categoría. Sin su presencia, con Voro, más Cañizares, Angulo y Albelda.

El pasado es la mejor advertencia posible. La situación fue menos agónica porque había más calidad y personalidades brutales. Prandelli debe medir su discurso y sus acciones para no quedar al descubierto. Si marca futbolistas debe asegurarse de que no los va a necesitar después. Si desprecia refuerzos, debe tener claro que existen alternativas viables en el mercado. Si pone en duda el coraje de sus jugadores, debe estar convencido del suyo también.

El equipo de Ranieri

Ranieri también tardó en arrancar, pero siempre ofreció señales más consistentes. El italiano heredó el proyecto de Jorge Valdano (nada que ver a la hora de interpretar el fútbol), pero la plantilla ofrecía la mezcla justa de fuerzas, un elenco muy potente en fondo y forma. En verano habían llegado ganadores expertos como Angloma, Carboni, Djukic, Zubizarreta o Luis Milla, eje en la medular del Barça de Cruyff y luego en el Real Madrid. También había jóvenes como Farinós, Juanfran, Albelda, Soria, Gerard López o Angulo, bien arropados. Dentro del grupo permanecían hombres de la casa como Fernando o Camarasa. Las situaciones son incomparables. Además, Ranieri revolucionó al máximo el rendimiento de futbolistas como Claudio López y Mendieta. En el mercado de invierno, los técnicos acertaron el tiro con Adrian Ilie, delantero de clase. Ranieri se liberó pronto de Romario y Moussa Saïb, pero -sobre todo-hizo el equipo suyo. El grupo avanzó poco a poco y se empezó a diseñar la plantilla que una temporada después conquistaría la Copa del Rey en Sevilla. Se aprovecharon los últimos meses para perfilar el proyecto que levantaría al Valencia. Cesiones para jóvenes como Gerard y Albelda, traspasos para futbolistas importantes que no encajaban -Del Solar, Marcelinho Carioca, Cáceres o el ´Burrito´ Ortega- e insistencia en un modelo al que se sumaron Cañizares, Björklund, Alain Roche, Cristiano Lucarelli y Schwarz. Todo tenía un sentido.

El valor del ´Txingurri´

Manuel Llorente arriesgó en exceso con Mauricio Pellegrino, entonces tierno, y pagó el peaje. Braulio consiguió dar un golpe de timón con su apuesta por Ernesto Valverde. El entrenador fue la figura de la reacción, que no alcanzó para estar en Champions por la mala primera vuelta, la derrota en Anoeta y la jornada pifiada del Sánchez Pizjuán. Valverde tocó las teclas adecuadas, sin grandilocuencia, con naturalidad, sencillez y sobriedad. Sacó a Fernando Gago en enero y encontró el apoyo fundamental de David Albelda y Roberto Soldado. Dos figuras que no existen ahora. Banega jugó como nunca antes en el Valencia y convirtió a Parejo en futbolista. Valverde mejoró el rendimiento general. Prandelli no ha causado el mismo efecto.

Rufete y el perfil ´Keita´

La primera apuesta de Salvo -con Braulio- fue Miroslav Djukic, pero el 'gigante dormido' no despertó con el serbio en el banquillo. Decisiones fallidas para el ataque como Dorlan Pabón o Hélder Postiga fueron determinantes. En invierno hubo revolución. Salió Djukic y Rufete pasó de La Academia a tomar el mando de la dirección deportiva, llamó a Ayala y llegó Pizzi (campeón con San Lorenzo), aunque primero atacó a Berizzo. Banega, Guardado, Canales, Rami, Pabón y Postiga dejaron la plantilla. Llegaron Vinicius, Senderos, Edu Vargas, Vezo y Seydou Keita. Hubo aciertos y errores, la entrada de oxígeno fue esencial. Se fichó a un líder que dio sentido a todo y sólo el mal paso con el pasaporte de Otamendi (fichado en enero) quebró la llegada del central argentino seis meses antes. Keita impulsó al mejor Parejo y el Valencia estuvo a unos pocos segundos de liquidar al Sevilla para jugar una final de Europa League.

El contexto no era sencillo, con el margen económico justo y el proceso de venta en plena erupción. Sin embargo, el Valencia renació con la victoria en el Camp Nou y noches europeas como la de Basilea. Amadeo Salvo levantó el ambiente y las decisiones de Rufete devolvieron la fuerza y la coherencia al modelo deportivo: lanzó a Juan Bernat (que luego fue al Bayern), abrió hueco a Fede, apostó por Paco Alcácer y acertó con Pizzi, que hizo competir al Valencia de acuerdo a su personalidad. No todo era vino y rosas, pero había una idea y un respeto al fútbol. Tras Nuno, Neville y Ayestaran, Prandelli lo tiene difícil. No es Valverde, no está respaldado por un ´Rufete´, no cuenta con líderes como aquellos, no dispone de la calidad de un ´Piojo´ o un Mendieta, debe quitarse de encima a sus ´Gagos´, en su mano está apostar por el talento joven y está por ver si aciertan con un punta como Illie o un líder total como Keita.