Cesare Prandelli desató la tormenta la tarde del 30 de diciembre con el anuncio de su dimisión como entrenador del Valencia CF, una situación que deja el proyecto de Peter Lim al borde del caos con el equipo prácticamente en puestos de descenso y, sobre todo, sin una idea clara de lo que va a ocurrir a partir de ahora ante la falta de un líder que asuma responsabilidades y desde la propiedad ofrezca una explicación convincente a los aficionados que vaya más allá del duro mensaje del consejero ejecutivo Anil Murthy sobre la salida del italiano: «No tenía soluciones que ofrecer, este desafío no es para él, se ha dado por vencido. En resumen, una persona que quiere marcharse y busca excusas para marcharse. Tres meses, seis puntos, no hay excusas. Él se ha marchado». Una reflexión a la que respondería después Prandelli con varios dardos al modelo de gestión del club, afirmando sentirse engañado con la promesa de fichajes y que «el Valencia es una sociedad regida por personas respetables, pero de números, el fútbol va más allá, se necesita pasión, sentimiento».

Hay que entender que Murthy, quien hasta pocos minutos antes de la comparecencia del día 31 junto al director deportivo estuvo durante horas intercambiando información con Peter Lim, hablaba en nombre del propietario del Valencia CF. De ahí se desprende que la desconfianza entre las dos partes, entrenador y club, era ya a estas alturas mutua, aunque todo se precipitó por la ausencia de fichajes en el regreso del equipo tras las vacaciones. «Me habían prometido que íbamos a comprar futbolistas, que en enero habríamos mejorado este equipo, como yo pedí en Singapur al propietario. Nunca antes hablé de mercado en público y quería ver un jugador a la vuelta del equipo, al menos uno, esa voluntad de cambiar. Simone Zaza era ese jugador con carácter que necesita este Valencia, jugadores que no sientan la presión de Mestalla. El día 27 ó 28 no teníamos ni ese jugador. En una conferencia reciente la presidenta me dice que el proyecto de fichar a cuatro jugadores se derretía a un solo jugador y el día 29 debía decidir qué jugador quería. Si la palabra del propietario fueron cuatro y no se había cerrado ni uno solo... algo no cuadraba», es su explicación de los hechos.

Una versión algo diferente a la que expuso el Valencia CF minutos antes, según la cual la crisis explota tras una reunión en videoconferencia con la presidenta Layhoon en la que se pusieron sobre la mesa las peticiones del entrenador, las propuestas de la dirección deportiva y las posibilidades de asumir nuevas contrataciones por parte del club. En esa cita, Prandelli reclamó con urgencia los cuatro fichajes que le había prometido el propio Peter Lim y la presidenta le dijo que hablando de futbolistas con un alto coste el Fair Play Financiero solo les permitía incorporar un jugador de manera inmediata, mientras que el resto de llegadas se irían produciendo a medida que hubiera salidas. Es, en definitiva, lo que había dicho días atrás al regreso de la cumbre de Singapur, cuando explicó que el propietario se había comprometido a reforzar el equipo dentro de los límites y que había un pequeño presupuesto para fichajes que aumentaría si se producen salidas. García Pitarch dejó entrever que, pese a la tensión del momento y de haber puesto su cargo a disposición de la propiedad, dimisión no aceptada, todo podía reconducirse: «Me fui a comer con el míster, estuvimos tranquilamente charlando sobre jugadores y posibilidades, pero al día siguiente después del entrenamiento el míster me dijo ´quiero inmediatamente cinco jugadores o me voy esta misma tarde´».

Las peticiones de Prandelli las dejó claras el director deportivo: «en Singapur dijo que estaría confortable con cuatro jugadores, hablo de posiciones, no de futbolistas, porque él nunca ha dado ningún nombre. Un delantero, dos mediocentros y un lateral izquierdo. Después, de vuelta de vacaciones, con la lesión de Mangala pidió un central. Le dije que el nivel de jugadores que él quiere contratar y todos queremos contratar son de un alto coste y hablamos de que podría venir uno, pero no los cinco. El día anterior le dijimos que inmediatamente se podía hacer la contratación de Obi Mikel y de Zaza, que nos dijera cual era su prioridad, y pidió que le dieramos 24 horas para pensar si prefería un mediocentro o el delantero».

«Estoy muy triste, emocionado porque cuando acaban los sueños a uno le queda un sabor amargo. El reto era difícil, pero lo acepté con determinación, coraje y la voluntad de contribuir en la recuperación del equipo», dijo Prandelli en su despedida. No lo consiguió. Una única victoria en la Liga, precisamente el día de su debut en Gijón,es su balance en ocho partidos, con los dos triunfos en Copa ante el Leganés.

Fuera Prandelli, sigue García Pitrarch

Suso, pese a haber manifestado su deseo de marcharse. «Si el entrenador que yo he apoyado dimite me parece un acto de responsabilidad que yo me vaya también, pero si mi padre viviera, que no vive, creo que no entendería que yo ahora me fuera. Después de esa reunión le dije a Anil que yo dimitía y Layhoon dijo que no admitía un acto de esa irresponsabilidad. Para mí sería más fácil haberme ido, estaría con mi familia esquiando, pero no es momento de que los valencianistas renieguen de la camiseta y se quiten el escudo, es el momento para que todos los valencianistas expresen su sentimiento y sus quejas porque es lógico, pero que apoyen al equipo. Este equipo no es Prandelli ni García Pitarch ni Peter Lim, necesitamos que los valencianistas estén con el club en una situación que no es fácil». No lo entendió así Prandelli, quien se marchó señalando una silla vacía mientras revelaba que «Suso me dijo que, si yo me iba, él también».