La calle es el hambre, la libertad, el descaro y la provocación. La calle es la amistad auténtica, la autoridad y el miedo. Es la pizarra donde el genio impone su mando y se reparten posiciones por destreza o personalidad. La calle es oportunidad y es delito. Gloria y caos. Todo en uno. La calle es el escenario que mantiene vivo al futbolista que sobrepasa la norma y la pizarra. Fomenta el espíritu libre, para lo bueno y también para lo malo. La calle es la Isla, el pavimento entre los edificios, la playa, los pueblos, su gente, el clima y el balón. La calle está en la esencia del futbolista grancanario. Es la magia que permite trazar jugadas increíbles y cometer disparates, increíbles también. Es Jonathan Viera, es Roque Mesa, es Tana, es Vicente Gómez, es Momo o David Simón. La calle es la Unión Deportiva Las Palmas, sus jugadores, sus barrios -La Isleta, Escaleritas, San Cristóbal, La Feria, Las Torres, Schamann- y una cantera cuyos ramales tratan de extenderse desde los pequeños equipos de la capital -Árbol Bonito, Huracán, Unión Viera, Acodetti- hasta localidades esenciales de Gran Canaria como Telde, Maspalomas o Arguineguín.

En una época donde la pintura artificial desluce casi todo, la Unión Deportiva ha apostado por convertir su singularidad en fuerza. Ese ecosistema único es la marca del proyecto. Doce futbolistas nacidos en la Isla, nueve criados en los barrios de la capital. Bendecidos y contaminados. Sus trayectorias trazan un recorrido por la angustia, el fracaso, la pasión y la perseverancia en un sueño: jugar para la Unión Deportiva en Primera. Para ninguno fue sencillo. Casi todos han llegado tras una segunda, incluso tercera, oportunidad. La mayoría tiene una historia dentro de la Isla y otra fuera. Han salido y han entrado de la Unión Deportiva. Con una duda que les estigmatiza: su capacidad para ofrecer el mismo rendimiento fuera del hábitat de Las Palmas. Juan Carlos Valerón, David Silva, Vitolo o Rubén Castro son casos únicos. Ahora está por ver qué sucede con Sandro Ramírez (disparado en Málaga) y Jesé, cuya idea fija pasa por volver€ por volver para disfrutar. El futbolista canario se siente completo en la Isla y sufre desarraigado cuando salta el Atlántico.

Camada con mucho en común

La UD está pasando una de las mejores épocas que se recuerdan y lo hace a lomos de una camada con mucho vivido en común por edad, recorrido, conducta y espacio vital. Su paso comenzó en el barrio. Está marcado por el carácter y las necesidades de la gente humilde y trabajadora. Los doce fueron protagonistas del último ascenso en 2015 y son excepción los que no han dado un salto de calidad bajo la dirección de Setién. La filosofía del míster cántabro ha conectado perfecto con la sensibilidad del bloque, ofreciendo un marco de libertad responsable que admite la individualidad e invita a la asociación. En el célebre juego al toque de Las Palmas el equilibrio llega a través del trabajo sin balón, en dos niveles: recuperación y ataque, donde los movimientos para producir líneas de pase y romper en ventaja son imprescindibles. Roque, Vicente y Viera son el distintivo. Fijados en las entrañas del centro del campo, su personalidad marca la personalidad del equipo. En plena crisis con el entrenador (que denunció casos de indisciplina reiterados en la plantilla), los pesos pesados del vestuario defienden la relación: "Nos necesitamos". Setién ha crecido con el club, el club ha crecido con Setién y lo mismo sucede con los futbolistas. Si se habla de selección para Roque y Viera también es gracias a él.

Idealizada y poetizada durante los últimos años, la Unión Deportiva tenía aparcada la cantera, había olvidado su tradición y su esencia. El proyecto ha heredado imperfecciones congénitas. La inversión descontrolada a principios de siglo -con el objetivo de tomar la primera división a cualquier precio- no comprendía la lógica del fútbol base. Aquello terminó con la entidad arruinada y un proceso concursal salvado por Miguel Ángel Ramírez, actual presidente. Su ponderada apuesta por el producto propio ha llegado por convicción filosófica y de la mano de las estrecheces económicas y la necesidad€ deportiva. El alumbramiento del grupo actual tiene que ver con la generación espontánea propia de Gran Canaria, la función poco reconocida de los clubes de barrio y ´provincia´, entrenadores como Paco Jémez y un trabajo de recuperación desarrollado a través de Las Palmas Atlético y -sobre todo- de un eficiente equipo C, que ha conseguido rehabilitar jugadores como Tana, que estuvo cerca de abandonar el fútbol, y llegó a pelear en Regional o en la Tercera División canaria. Las Palmas lo recuperó en 2012 desde el Vecindario, tras un periplo que lo llevó hasta Valladolid. Diez años antes había sido la estrella del torneo de Brunete con la UD. No todo es vino y rosas. Los hermanos Castellano, Momo o Aythami han hecho camino en la Península antes de regresar en madurez. Roque es otro de los casos paradigmáticos, salió de La Garita (Telde) siendo niño para jugar en el Levante UD, desde el filial pasó al filial del Tenerife, volvió a Las Palmas, salió al Atlético Baleares y no tuvo continuidad en el primer equipo hasta los 24 años.

El modelo de cantera de la Unión Deportiva Las Palmas es amplio y no se limita exclusivamente a la producción propia. Los ojeadores amarillos se nutren de los clubes de Gran Canaria, pendientes de jugadores de cualquier edad. Su cantera pasa por barrios como Las Torres (patria de Momo, Sandro y Vitolo), La Isleta (cuna de Alexis, Rubén Castro, Guayre o los hermanos Castellano) o La Feria, hogar de Jesé o Jonathan Viera. El sistema es imperfecto y se producen fugas de talento, por la fertilidad de la Isla y por la presencia regular de caza talentos de la Península. David Silva, por ejemplo, saltó del Arguineguín -la meca de los Valerón- directo al Valencia CF con 14 añitos.

La escuela de fútbol es la Isla

Sorpresa: la Unión Deportiva no tiene Ciudad Deportiva para la cantera. En Gran Canaria no existe un Paterna, un Lezama, un A Madroa, un Zubieta, un Buñol, un Tajonar, un Mareo, un Valdebebas o una Masía. El club no tiene la infraestructura del Espanyol y está a años luz del Villarreal. El primer equipo entrena en Barranco Seco, dos campos de césped natural. El fútbol base es y ha sido ambulante, casi un vagabundo por los terrenos de juego de la Isla. En Siete Palmas, hay unas instalaciones anexas al Estadio de Gran Canaria que sirven de alojamiento. El futuro pasa por el desarrollo total de esa nueva sede y un acuerdo -estratégico y vital- con el Cabildo para rematar el Estadio y poner en marcha la construcción en esa zona de una escuela de fútbol a la altura de las expectativas del proyecto. El objetivo a medio y largo plazo es cerrar los vuelos de salida. La infraestructura para la cantera es un sueño perseguido por la directiva desde hace más de una década. Este año es clave. El objetivo es dominar Gran Canaria y lanzar la Unión Deportiva hasta Europa con un equipo alimentado por los Valerón o David Silva del futuro.