El Valencia CF 16/17 camina por la clasificación de la Liga a años luz del objetivo que marca su historia: finalizar el curso entre los cuatro primeros y la consiguiente participación en la próxima edición de la Champions League. A día de hoy, sólo un milagro valdría al conjunto de Voro para recortar los 20 puntos que lo separan del cuarto, el Atlético de Madrid. En la desastrosa temporada de los blanquinegros confluyen múltiples factores. El arbitral, probablemente, no se encuentre entre los más influyentes, pero no deja de ser una realidad que el Valencia es uno de los cuatro clubes más castigados del país, mientras, ninguno de sus dirigentes alza la voz en defensa de los intereses de un equipo incapaz de alejar firmemente los fantasmas del descenso.

Después de 21 jornadas de Liga (20 disputadas por los valencianistas), el Valencia aparece en las primeras posiciones de los rankings de equipos más amonestados por los colegiados, dependientes de la Federación Española de Fútbol (RFEF). Penaltis, expulsiones y cartulinas han caído como una losa sobre un grupo inconsistente en lo anímico, con una de las medias de edad más jóvenes de la competición y ausente de liderazgos consolidados en el interior del vestuario. Si en la mayoría de los 20 partidos disputados los valencianistas han visto más cartulinas que el oponente de turno, en ninguno han podido disfrutar de la ventaja de jugar en superioridad numérica. Ninguno de sus rivales ha sido expulsado.

Por otro lado, el Valencia continúa siendo el club de Europa que carga con más penaltis en su contra. Ocho. Una cifra negativa que en las grandes ligas del Continente sólo igualan el Toulouse en Francia y el Hull City en la Premier inglesa. Como contrapunto positivo emerge la especialidad de Diego Alves, que ha evitado que cinco de los ocho penaltis acaben en gol. De los ocho, al menos, dos pueden considerarse injustos. Un empujón inexistente de Nani a Griezmann, cuyo disparo lo repelió el portero brasileño, y el primero de todos, unas manos involuntarias de Abdennour. La acción decidió el choque tras el gol de Pedro León recogiendo el rechazo de Mat Ryan.

Aquel día, 27 de agosto, Pako Ayestaran cargó contra Hernández Hernández. "Es para estar enfadado, pueden equivocarse con cosas que no ver, pero otras deben estar claras. Nos explicaron que si la mano está en una posición natural, en la que no hay bloqueo y sale despedida por la fuerza del golpeo, no era penalti... y luego ves que no lo aplican", dijo el técnico vasco. Meses después, el 31 de octubre, González González sí aplicó la norma en Riazor. En una situación muy similar a la de Abdennour, el colegiado no señaló penalti a favor de los blanquinegros después de que la pelota golpease en la mano del deportivista Fernando Navarro.

Entonces, desde las altas instancias del Valencia CF nadie dijo nada frente al agravio. Durante las dos últimas campañas, únicamente, entrenadores y jugadores han mostrado sus quejas y el silencio de unos dirigentes carentes de conocimiento del mundo del fútbol ha sido una constante desde la salida del expresidente Amadeo Salvo en el verano de 2015. La única excepción ha sido Jesús García Pitarch y las palabras que el director deportivo lanzó tras la ´xoriçada´ que el Valencia sufrió a manos del Barça y Undiano Mallenco el 22 de octubreUndiano Mallenco. "La actuación del árbitro ha sido lamentable para el fútbol español. A Undiano le dará vergüenza volver a ver las imágenes", comentó Suso, cuyas palabras fueron denunciadas por el Comité Técnico de Árbitros (CTA). Tiempo atrás, al final de la campaña 14/15 Salvo y Nuno fueron multados por las declaraciones emitidas tras la pésima actuación de Teixeira Vitienes en San Mamés.

Los aficionados echan de en los mandos del Valencia voces que reclamen un mayor respeto arbitral para uno de los clubes históricos de la Liga. Con una media de tres amarillas por encuentro, Alavés, Sporting y Valencia son los conjuntos más ´tarjeteados´ de la competición. Sólo Celta y Málaga, además, han padecido más expulsiones que las cuatro del Valencia. Un par merecidas, como la de Enzo y Cancelo, y otra dos rigurosas como las de Munir y, sobre todo, Carlos Soler.