Ocho minutos extraordinarios, explosivos, fútbol inteligente e intenso. En un abrir y cerrar de ojos el Valencia CF hacía que sus aficionados se los tuvieran que frotar una y otra vez para creer lo que estaba pasando. Dos goles a cero al Real Madrid es el resultado que se podía ver en el marcador, con un mundo todavía por delante, pero el equipo de Voro ya le había enseñado los dientes al líder en Mestalla como tantas otras veces. Primero Zaza, un golazo a la media vuelta fuera del alcance de Keylor después de su control en el área. Después, una salida eléctrica conducida por el propio delantero italiano, abriendo a Nani en la izquiera para que el portugués viera el hueco en dirección a la llegada de Orellana para volver a perforar la portería. Con esta actitud y esta manera de competir no estaría el Valencia donde está.

La propuesta del de l´Alcúdia le había hecho un auténtico agujero a ese Madrid que salía a intentar controlar el partido, pero aquello era incontrolable. Si la defensa funciona y le mediocentro defensivo está a la altura, como en este caso Enzo, para hacer daño hacen falta jugadores ofensivos, con calidad y velocidad para sorprender arriba. Como Nani, Orellana y MunirNaniOrellanaMunir. El Madrid, que tiene en esa zona central jugadores de clase como Kroos y Modric, lograba por momentos hacer recular al Valencia, aunque las salidas eran letales. Los de Zidane, con un rival enfrente jugando a muchas revoluciones, se ponían nerviosos, Sergio Ramos presionaba al árbitro en busca de ayuda. Aún así, un centro excelente de Marcelo era rematado por Cristiano poco antes del descanso, al que el Valencia no pudo irse con dos de ventaja. Eran minutos en que el equipo de Voro se había descontrolado por la lesión de Nani, que abandonaba el terreno de juego con un pinchazo muscular y Voro metía a Siqueira, pasando a Gayà a una posición más adelantada.

Carlos Soler, el sacrificado de inicio, entraba a los diez minutos de la reanudación por Orellana en un intento por reforzar la zona ancha con un Madrid lanzado. Reclamó el banquillo visitante un posible penalti de Mangala a Cristiano en un forcejeo entre ambos, aunque mucho más claro fue lo que vendría después. Las pocas salidas del Valencia acabaron con derribos en el área del Madrid sin reacción por parte del árbitro. Primero, empujón claro de Carvajal a Zaza cuando se disponía a rematar solo delante de Keylor. Minutos después, pisotón a Munir sobre la línea del área que tampoco señala De Burgos Bengoetxea. Así era complicado rematar al líder con un tercer gol. Complicado no, imposible. Encima, el vasco no detuvo el juego cuando Munir se quedó tirado en el suelo mientras el Madrid continuaba su ataque, cuando minutos antes sí lo había hecho con Cristiano.

Con este panorama y las fuerzas muy justitas, solo quedaba defender a muerte el resultado. Ahí volvieron a emerger Enzo Pérez y Parejo con un imperial Ezequiel Garay en el área, sacando todos los balones al área que el Madrid iba multiplicando a medida que se acercaba el final, con Sergio Ramos ya en posición de delantero centro. Calambres, surimiento y Mario Suárez para los minutos finales, el Valencia pudo con todo y se llevó la victoria tras cuatro angustiosos minutos de prolongación. Mestalla, entregado, era una fiesta. Hay pocas alegrías más grandes que ganarle al Real Madrid.