Abril de 1971. Seis jóvenes aficionados de la Peña Valencianista de Aldaia viajan con el equipo a Sarrià. Es el último partido de la temporada y el Valencia de Di Stéfano tiene opciones de proclamarse campeón contra el Espanyol. Aquellos mozos son Paco Peris, Toni Galindo, Pascual Barberà, Manolo Paz, Paquito Tur y un jovencísimo Jaume Ortí.Jaume Ortí Los seis tenían sus plazas reservadas en un autobús junto a aficionados de otras peñas. «¿Podíamos preparar algo que sea un bombazo, no?», planeaba aquella pandilla de amigos. No sabían qué inventar. Solo que tenía que ser algo diferente a todo. Algo especial. «¿Una bandera? ¿Una pancarta?» Paco Peris, de tradición familiar ´palmitera´ tuvo la gran idea.

«¿Por qué no un abanico gigante del Valencia?» A todos les hacía ilusión. Lo que no sabían es que también estaban haciendo historia. Aquel palmito iba a convertirse en un símbolo del Valencia campeón. Cuatro de ellos -Manolo falleció a los pocos años y Tur se fue de la ciudad- coincidieron con motivo de la restauración del palmito -de 46 años de vida- gracias a la inversión de 250 horas del departamento de Patrimoni de la Fundación y la Restauración de Patrimonio de la Politécnica. SUPER los juntó. Como en aquella foto história del 71. Han cambiado sus caras, también sus edades, pero su ilusión por el Valencia sigue intacta. «Habrá que darle faena que ya está bien de vacaciones», bromea Jaume.

El palmito del Valencia CF

El palmito del Valencia CF

«Se me ocurrió a mí», dice Paco. «Nos íbamos de viaje a Barcelona y pensé que no nos podíamos ir con las manos vacías. Había que encontrar algo que representara al Valencia y a Aldaia. Mi padre y mis hermanos tenían un taller de palmitos y pensé...¿Y qué mejor que un palmito? Y lo hicimos entre mi padre, mis hermanos y yo. Toda la familia estuvimos ahí liados. Nos lo llevamos plegado en el autobús».

La primera parada fue Las Ramblas antes del partido. Toni lo recuerda como si fuera ayer. «Lo paseamos por las Ramblas antes del partido y lo llevamos al hotel del equipo. Queríamos que lo firmaran los jugadores... por si luego perdíamos y no estaban para firmas. La seguridad del hotel no nos dejaba. Así que como Paco se apellida Peris y el secretario del Valencia eran Don Vicente Peris... le echó cara, sacó el carnet y le dijo al de seguridad que era su sobrino y quería hablar con él». «Me temblaban las piernas», matiza el propio Paco. «Así que vino don Vicente y le preguntó....¿Y quién eres tú? Le contamos la verdad y nos dio permiso para abrirlo. Dio la casualidad de que Di Stéfano estaba en la barra de la cafetería. Vio el abanico y se quedó asombrado y lo que hizo fue arrodillarse y firmarlo. Fue la primera de todas. Ordenó a todos los jugadores a que bajaran de dos en dos», dice aún entusiasmado Toni.

¿Y cómo entró a Sarrià? «Para meterlo en Sarrià tuvimos que esconderlo. Lo plegamos y lo que hicimos fue cubrirlo de las chaquetas que llevábamos», desvela Pascual. Lo colaron. Y tanto. El equipo perdió, pero el resultado del Atlético-Barcelona dio el título de Liga. «Alguien llevaba transistor y dio la noticia. Todos comenzamos a abrazarnos y saltamos al césped. Invadimos el campo con el palmito. Aquella imagen daría la vuelta por todo el país en los periódicos

«Paco lo guardó muchos años debajo de la cama en casa de sus padres. Lo cuidaba como una madre cuida a un hijo. Hasta que en 2002 vimos que podíamos ganar y se lo dimos a Jaume». Así fue. Ortí lo llevó a Málaga a escondidas. «Todos me preguntaban por qué no había llevado. Yo les decía que no habíamos caído, pero era mentira. Lo llevé escondido entre medías de los equipajes de los jugadores. Fue una sorpresa para todos».

El palmito se convirtió en un icono del éxito del Valencia. Jaume se emociona al verlo ahora restaurado y encajado en una estructura. «Verlo me da fuerzas sentimentalmente y me ayuda a pensar que el Valencia siempre será el Valencia». Ahora estará expuesto en una sala de Mestalla. Eso sí, toca darle faena. Como dice Jaume, «lleva mucho tiempo en paro».