Berizzo motiva, por muchos motivos. Es un entrenador fantástico, pudo dirigir al Valencia durante la etapa Rufete-Ayala, su nombre está en las quinielas para suceder a Voro y esta noche se sentará en el banquillo adversario. La ocasión también tiene una porción de retorcimiento: Berizzo y Orellana se verán las caras dos meses después del conflicto entrenador-jugador que terminó con el chileno fuera del Celta por petición expresa del míster argentino. "Conmigo no puede jugar más", disparó. Durante el episodio hubo tensión y un cruce de acusaciones que desparramó el carácter problemático de Fabián por todos los rincones. Alexanko aprovechó la oportunidad -de mercado- para apostar por uno de los mejores mediapuntas del campeonato. No puede ser un partido más.

Orellana tiene la oportunidad de reivindicar su importancia, manifestar su vigencia y demostrar que Berizzo se permitió un lujo excesivo firmando su despido en enero. Esta noche, el chileno tiene el partido perfecto para probar que el Valencia no se ha equivocado con su fichaje y que el Celta sería mejor equipo con su presencia.

Rendimiento, de más a menos

Los resultados están dando la razón a Berizzo. Al menos, por ahora. El Celta se quedó en semifinales de Copa del Rey, tras derrotar al Valencia y al Real Madrid, y en la Europa League tiene la oportunidad de plantarse en semifinales, si elimina al Genk de Mat Ryan. Por el camino ya ha liquidado al Shakhtar Donetsk y al Krasnodar. En Mestalla apurarán sus opciones ligueras de tomar una buena posición para atacar la sexta-séptima plaza en esta recta final. No es un objetivo fácil.

Bastante peor panorama tiene Orellana. El jugador ha ido de más a menos hasta diluirse en la mediocridad general del Valencia. Lejos de su mejor versión, el chileno ha perdido influencia en ataque, participación y capacidad para generar ocasiones. Los números son claros y su descenso en su rendimiento objetivo ha bajado respecto al primer semestre de la temporada, cuando su rating estadístico daba una marca superior a la de Iago Aspas. En Valencia, su versión más determinante sólo ha asomado ante Athletic (una asistencia) y Real Madrid (un gol), actuando en la mediapunta. Desborda menos, le falta chispa y sufre defensivamente. Ha jugado los últimos partidos y se nota que no está cómodo. Tampoco vuela en la derecha.

Falta de respeto intolerable

"No tengo ningún inconveniente", aseguró Berizzo al ser preguntado por el reencuentro con Orellana. Durante dos temporadas, el míster argentino encontró la forma de activar e impulsar un salto de calidad en el juego del chileno. Orellana era el líder creativo -el canalizador- en uno de los equipos más espectaculares e intensos de LaLiga.

Orellana tenía peso específico dentro del vestuario celeste. Así lo han reconocido todos los ex compañeros que se han referido a él tras la ruptura con Berizzo. El último, Daniel Wass. El danés era un socio fundamental para el valencianista por sus movimientos dentro-fuera y sus coberturas. Orellana no era un líder radical, pero sí un jugador importante y apreciado. Fue clave en el último ascenso y tras volver al Granada forzó para regresar a Balaídos. No fue fácil reengancharse y después tampoco tuvo feeling con Luis Enrique, aunque terminó jugando muchos partidos por banda derecha. En plena madurez dio lo mejor para Berizzo, que supo manejar su personalidad, hasta que se cansó de perdonar sus arrebatos de indisciplina.

El detonante se produjo después de las vacaciones de Navidad. Orellana. Tras una sucesión de problemas físicos, Orellana alegó no estar en condiciones -psicológicas- de recibir el alta. A Berizzo no le gustó la versión y mandó a su ayudante (Bonano) a buscar al futbolista para tener una charla después del entrenamiento. La respuesta del chileno fue equivocada: "¡Que se vaya a cagar! No voy". Nunca hubo reunión.

La decisión de Berizzo fue firme y sin vuelta atrás. "Fue una falta de respeto inaceptable, en lo personal y en lo colectivo", insistió. Orellana fue apartado del grupo y el entrenador pidió al club su salida. El resto es historia conocida.