Hasta las peores pesadillas acaban siempre bien. Uno se despierta y todo acabó. Lo mismo que de las peores temporadas que puede protagonizar un equipo siempre hay algo bueno que se puede extraer. Y en este Valencia CF 16/17 ese algo tiene nombre propio y se llama Carlos Soler, el centrocampista que apareció en plena desesperación convertido en apenas cuatro meses en referente y jugador franquicia de futuro. A todos aquellos que deciudieron acudir a Mestalla les valió la pena solo por ver ganar al equipo dando la vuelta al marcador y a un Soler majestuoso sobre el terreno de juego, culminando la noche con un golazo de los que suelen llevar firma de crack. [Carlos Soler, el más rápido del Valencia CF]

Con él también empieza a asomar por la izquierda LatoLato. Cuando entró por Siqueira el rival no tardó en notar el cambio de registro y velocidad, su primer balón fue asistencia perfecto del 2-1 para Munir y la cosa no quedó ahí, el chico no dejó de irrumpir por ahí hasta que se acabó el tiempo. Al final y pese al empate del Celta, con el penalti de rigor como no parece posible que sea de otra manera, el Valencia volvió a ponerse por delante a falta de cuatro minutos y se acabó hasta divirtiendo sobre el campo. Una nueva sensación.

Sea porque el objetivo es acabar lo más arriba posible o porque perder más partidos en Mestalla atenta ya contra todo decoro, al equipo se le vieron desde el inicio intenciones. Salió con fuerza y hasta acorralaba al Celta en su campo con una estadística reveladora e inédita de cinco saques de esquina por ninguno en menos de siete minutos. Así conseguía arrancar el aplauso de medio Mestalla, el que había presente, un panorama casi idílico para lo que estamos acostumbrados al que solo le faltaba que cayera el gol, pero el gol como tantas veces iba a caer del otro lado.

El equipo de Berizzo no tardaba en reorganizarse y, tras un lanzamiento de falta y la duda de Alves en la salida, Cabral cabeceaba el 0-1 casi sin oposición. Contestaba el Celta con otra estadística demoledora, seis remates a portería por solo uno antes de la media hora de partido, con Iago Aspas perdonando el 0-2 ante el brasileño. Y eso que jugaba el Valencia casi con dos delanteros, Zaza más adelantado y Orellana por detrás, aunque la apuesta sacrificaba a Carlos Soler para tapar la banda derecha, precisamente el jugador que arrancaba aplausos del público en sus primeras incursiones al área.

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Perdonó el Celta en sus mejores minutos y reaccionó el Valencia con Zaza de protagonista. Por mucho que Siqueira le engañara para ser el protagonista de uno de sus vídeos de Instagram, al menos para él esto no era ninguna broma. Pudo marcar al rebañar un balón al defensa en el 28 y diez minutos después se encargó de cocinar el gol del empate, con un buen control y pase de tacón que Cancelo puso en bandeja a Parejo para rematar ante el meta. Uno de los mejores goles de la temporada, sin duda, que dejaba el marcador en empate a uno al descanso, aunque cada uno la suya para romperlo. Por el Valencia, cómo no, Zaza, con un remate que se le fue arriba, y también Aspas, con un intento de vaselina que corría la misma suerte.

Fue el Valencia el que más dispuesto parecía a apostar por la victoria y, tras el descanso, salió de nuevo mejor. Y esta vez con un juego más consistente y control, ofreciendo muy pocas concesoines al Celta. Cancelo se ganaba al público poniendo ganas y buscando una y otra vez la línea de fondo, en una de ellas se sacaba un derechazo que no entró después de golpear en el portero y el poste. Una lástima. El gol llegaría por el lado contrario, momentos después de que Voro decidiera dar a Siqueira? ¿descanso?, para poner en juego a Toni Lato. Su primera llegada y ese balón atrás para el remate seco de Munir valen más que muchos minutos al ralentí.

Parecía encarrilar el partido el Valencia pero las buenas maneras teatrales de Aspas llevaron al árbitro a señalar penalti en un leve roce con Soler. El delantero gallego, a diez minutos del final, no dio opción a Alves, pero lo mejor estaba por llegar. En el 86, Carlos Soler se hizo con un balón que disputaba Enzo Pérez y, después de conducirlo hasta la frontal, lo convirtió en gol con una vaselina prodigiosa a la que no alcanzó el meta. Un final de altísima escuela para un partido que deja al Valencia muy lejos ya de todo contacto con la zona de peligro, en línea ascendente con tres puntos más en Mestalla.

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